lunes, 12 de julio de 2010

Alrededores de Peñalara. Rascafría (M). 5-7-2010 // 1850 - 2000 msnm // Excursión de Ecologistas en Acción



La salida naturalista que hacemos este mes los de Ecologistas en Acción se desarrolla en uno de los ámbitos más bonitos e interesantes de la Comunidad de Madrid. A pesar del mal tiempo, durante la primera parte del día, un grupo de incondicionales nos animamos a dar un paseo desde el puerto de Cotos a la laguna de Peñalara. Uno de nosotros (Manuel Pozuelo) hace un reportaje fotográfico de la excursión que animamos a contemplar.


El recorrido atraviesa al principio un pinar de Pinus sylvestris cuyos ejemplares han estado polinizando recientemente. El subvuelo de esta formación forestal es bastante pobre debido a las duras condiciones climáticas imperantes a esta altitud que determinan un escaso desarrollo edáfico y un corto periodo vegetativo. Los arbustos que aquí se encuentran son:
Piorno (Cytisus oromediterraneus) FL
Acebo (Ilex aquifolium), muy escaso
Jabino (Juniperus communis subsp. alpina)
Enebro común (Juniperus communis subsp. hemisphaerica)
A lo largo del camino también se ven en flor ejemplares de retama negra (Cytisus scoparius) y retama blanca (Genista florida).
Entre las plantas herbáceas encontramos diversas especies, la mayoría de las cuales (*) hay que relacionarlas con las condiciones de nitrificación propias de los márgenes del camino:
Arenaria montana FL
Carduus carpetanus* FL
Deschampsia flexuosa FL
Galium rotundifolium FL
Hypochoeris radicata* FL
Lepidium heterophyllum* FL
Orobanche rapum-genistae FL, en su momento óptimo
Prunella vulgaris* FL
Pteridium aquilinum
Santolina rosmarinifolia* FL
Senecio pyrenaicus*
Scleranthus annuus*
Urtica dioica* FL
A medida que ascendemos, el pinar da paso a un piornal de Cytisus oromediterraneus que se acompaña de otras especies arbustivas, como los citados jabinos y enebros comunes, pero también de otras matas como:
Cambroño (Adenocarpus hispanicus) FL
Brezo blanco (Erica arborea) FL
Escaramujo (Rosa canina) FL
Aquí, las herbáceas características que viven en los huecos de esta espesa masa arbustiva en muchos casos son las mismas que se citaron anteriormente; sin embargo también hay otras nuevas como:
Chenopodium bonus-henricus FL
Hieracium pilosella FL
Hieracium vahlii FL
Jurinea humilis FL
Leucanthemopsis pallida FL
Linaria elegans FL 
Linaria nivea FL
Rumex acetosella FL
Sesamoides purpurascens FL
Los procesos periglaciares que afectan actualmente a estas montañas originan ciclos de hielo y deshielo que fracturan la roca, en este caso principalmente neises, generando pedreras (gleras o canchales) de gran desarrollo. A menudo bajo estas acumulaciones de bloques corren cursos de agua subterráneos que explican la aparición de algunas plantas indicadoras (género Rubus). Aunque la mayoría de las veces estas pedreras son móviles, con la consiguiente dificultad de fijación de suelo, en otros casos se advierte su estabilidad al estar parcial o totalmente cubiertas por la vegetación. En los primeros estadios de este fenómeno hay plantas pioneras que se especializan en colonizar este impredecible medio, como algunos helechos (por ejemplo, Cryptogramma crispa), Digitalis purpurea (FL), Linaria saxatilis (FL) y como Senecio pyrenaicus del que tenemos la oportunidad de ver sus incipientes flores.
Al llegar al circo glaciar que se abre delante del pico Peñalara, encontramos las formaciones vegetales más vistosas en esta época del año, los verdes pastizales de montaña, ahora llenos de flores, surcados por innumerables regatos de aguas cristalinas. En estos ambientes, cuando el agua circula con dificultad se crean turberas donde no es difícil encontrar una especie insectívora: el rosolí o atrapamoscas (Drossera rotundifolia) que, sin embargo, no vemos seguramente debido a que el año va bastante retrasado por los fríos reinantes. Las especies herbáceas que encontramos en este hábitat son:
Campanula herminii FL
Carex nigra FL
Myosotis stolonifera? FL
Nardus stricta FL
Parnassia palustris FL
Pedicularis sylvatica FL
Polygala vulgaris FL
Potentilla erecta FL
Veronica serpyllifolia subsp. langei FL
Viola palustris FL


Las condiciones meteorológicas de la primera parte de la jornada no resultan muy favorables para la observación de la avifauna y además somos un grupo bastante numeroso del que no se puede pedir precisamente sigilo. Pero aún así, a lo largo del recorrido vamos observando algunas especies habituales en este paraje. El registro de especies que anotamos es el siguiente:
Buitre leonado
Buitre negro
Águila culebrera
Águila calzada
Paloma torcaz
Lavandera cascadeña
Lavandera blanca
Acentor común
Petirrojo
Colirrojo tizón
Collalba gris
Roquero solitario
Mirlo común
Curruca capirotada
Reyezuelo sencillo
Herrerillo capuchino
Carbonero garrapinos, uno de los más abundantes
Agateador común
Corneja negra
Cuervo
Pinzón vulgar, el más abundante
Pardillo común
Piquituerto común
Escribano montesino




domingo, 4 de julio de 2010

Aldea del Fresno (M). 28-6-2010 // 500 msnm

En el proceso de determinación de plantas mediante claves dicotómicas hay un camino de dudas y zozobras que unas veces finaliza de forma más elegante que otras. Es frecuente que cuando la clave pregunta: sépalos de 6-10 mm o sépalos de 10-15 mm, el ejemplar que tenemos en nuestras manos tenga 10 mm. Difícilmente ocurre que nuestra muestra reúna todos los caracteres que indica su descripción, puesto que la variabilidad de éstos es alta según las distintas poblaciones que tiene la planta en su área de dispersión. Son frecuentes los táxones (especies o subespecies) que a lo largo de su área de distribución muestran variaciones en la forma, el tamaño o el color de sus órganos, dando pie en muchas ocasiones a que algunos botánicos les asignen nombre propio. El género Narcissus es un ejemplo claro en el que muchos botánicos se ponen las botas sacando especies nuevas en cada una de las serranías de la Península.
Las hibridaciones entre especies son muy frecuentes y a menudo ocurre que algunas que físicamente no tienen contacto quedan enlazadas por distintos motivos. Uno de los más comunes suele ser el transporte que involuntariamente realiza el ganado dispersando semillas o frutos que se adhieren a su pelaje o que trasladan en su tracto digestivo. De esta manera en ocasiones se encuentran plantas que poseen los caracteres de distintas especies no presentes en la zona y cada botánico que intenta determinarlas ve rasgos que otros no ven.
Algo así debe ocurrir con la población de Adenocarpus que vive en Aldea del Fresno, poco antes de llegar, según se va desde Madrid. Nos reunimos una tarde cinco botánicos pertrechados con claves botánicas y lupas para estudiar estas plantas. 


Hemos esperado a esta época del año para que los arbustos mostrasen flores y frutos, de modo que no hubiese ningún impedimento en su determinación. La clave de Flora Ibérica nos lleva directamente a A. gibbsianus, pero desconfiamos porque esta es una planta típica de los arenales de Doñana y no parece que llegue hasta aquí. Luego, tras una serie de disquisiciones nos damos cuenta que estos codesos presentan características de diferentes especies, pero en realidad no se parece a ninguna de ellas. De Adenocarpus aureus, planta muy común en los arenales segovianos, tiene en común los abundantes pelos crespos de sus hojas; de A. lainzii, típica de los ámbitos atlánticos del noroeste peninsular, tiene las abundantes glándulas estipitadas del cáliz y de A. complicatus que estamos tan acostumbrados a ver en la sierra madrileña, tiene la vellosidad del cáliz. Por eso tras darle muchas vueltas y a la espera de que algún experto diga otra cosa, decidimos incluirla en A. complicatus, (complicatus no es porque sea difícil de determinar sino porque las hojas tienden a estar medio cerradas) por ser esta una planta que presenta una gran variabilidad. Y le llamamos A. complicatus subsp. aureus, con caracteres de A. lainzii.


El entorno se encuentra en uno de esos arenales de ambiente térmico del suroeste de Madrid y no parece que tenga ningún nivel de protección. Es más, dado que buena parte de la población se encuentra en la cuneta de la carretera estamos expuestos a que cualquier coche se salga de la vía y cause un destozo. 


El interés de la zona no sólo se debe a la presencia de estos codesos sino de otras plantas muy raras en Madrid como por ejemplo Halimium calycinum que ahora ya no está en flor (florece en marzo y abril) y Pterocephalidium diandrum FL (foto 1).


Otras especies que anotamos en la zona son:
Allium ampeloprassum
Anchusa undulata FL
Andryala laxiflora? últimas flores
Bituminaria bituminosa FL
Centaurea melitensis FL
Cnicus benedictus
Delphinium gracile FL (foto 2)
Dittrichia graveolens FL
Echium vulgare FL
Helichrysum italicum FL (foto 3)
Lavandula stoechas FL
Linaria spartea FL
Melica ciliata
Misopates orontium
Pimpinella villosa
Pistacia terebinthus
Quercus ilex 
Retama sphaerocarpa
Ruta montana FL
Scrophularia canina FL
Senecio gallicus FL

viernes, 2 de julio de 2010

Afloramiento de mármoles del arroyo Artiñuelo (Rascafría). 25-6-2010 // 1800 msnm

La presencia de afloramientos calcáreos en la sierra de Guadarrama es bien conocida. Se trata de un rosario de enclaves calizos de origen marino y edad mesozoica que en la vertiente sur adquieren relevancia sobre todo en Guadalajara y en el noreste madrileño, haciéndose cada vez menos frecuentes hacia el suroeste, donde finalizan en el término de Valdemorillo. Dado que el roquedo habitual de la sierra es de naturaleza principalmente silícea, cuando aparecen estos afloramientos se diversifica la flora, al aparecer especies de apetencias calcícolas que de otra forma no podrían llegar hasta allí.
Cuando la roca caliza, por diferentes motivos, se metamorfiza (y no nos estamos refiriendo a las calizas mesozoicas del apartado anterior), el mineral de calcita que la compone recristaliza, dando lugar a una roca dura y compacta denominada mármol cuyo granulado recuerda el aspecto del azúcar. 


Ejemplos de este proceso los encontramos en la geografía madrileña, en contados puntos de la sierra como Robledo de Chavela, Santa María de la Alameda, Villa del Prado y Rascafría (arroyo Artiñuelo), donde aparecen pequeños yacimientos de calizas cristalinas y mármoles intercalados principalmente entre neises. Son el resultado de los procesos metamórficos que se produjeron a consecuencia de la orogenia Hercínica (final del Paleozoico) y que afectaron a sedimentos carbonatados cámbricos y precámbricos de origen marino (originados probablemente hace más de 500 millones de años). Éstos, tras su transformación dieron lugar a los citados mármoles.


Pues bien, si la presencia de enclaves calizos entre los granitos y neises de la sierra otorga personalidad a la flora local, como se dijo más arriba, la aparición de afloramientos calcáreos en altura redobla su interés, ya que a los condicionantes edáficos que este sustrato transmite al suelo se añade el factor altitudinal que asemeja las condiciones climáticas de este lugar con las de territorios más septentrionales.
Los objetivos principales que perseguimos al subir hasta la cabecera del arroyo Artiñuelo son dos. Por un lado, tomar fotografías de este afloramiento marmóreo y por otro fotografiar también una mata espinosa que al parecer se da sólo en esta parte del Sistema Central: el tragacanto (Astragalus sempervirens).


La floración del tragacanto se prolonga aquí solo durante unas pocas semanas, en los meses de junio y julio, y no es la primera vez que tratamos de obtener fotos de sus flores.
Estos astrágalos espinosos componen un grupo de especies que en ocasiones es complicado diferenciarlas; así, esta planta se ha denominado Astragalus sempervirens subsp. muticus, que según Flora Ibérica debería denominarse Astragalus nevadensis subsp. muticus, y en la ultima referencia que hemos obtenido se le llama A. sempervirens subsp sempervirens, si bien esta subespecie no la encontramos en la citada obra (!).
El caso es que a esta singular especie parecen gustarle estos mármoles en altura porque la encontramos claramente vinculada a ellos y desarrollándose vigorosamente a su favor. Esta apetencia por los mármoles no sólo la encontramos en el tragacanto sino también en una serie de plantas que no estamos acostumbrados a ver en la sierra, como por ejemplo:
Arenaria grandiflora FL (foto 1)
Coronilla minima subsp. minima FL (foto 2)
Galeopsis ladanum FL
Potentilla cinerea FL (foto 3)
Serratula nudicaulis FL (foto 4)


Además, muy cerca de estas plantas encontramos también otra especie poco frecuente por aquí, la grasilla (Pinguicula grandiflora) (foto 5), una planta carnívora que vive en las turberas y arroyos de la zona.


La vegetación que vive en estas laderas está dominada por el bello y pegajoso cambroño (Adenocarpus hispanicus) (foto 6) que ahora tiene bastantes flores. Además hay bastante enebro común (Juniperus communis subsp. hemisphaerica) que se reconoce fácilmente del rastrero (J.c. subsp. alpina), también presente, por su porte arbustivo. Otras especies leñosas de este lugar son:
Brezo blanco (Erica arborea) FL
Pino albar (Pinus sylvestris)
Rosal silvestre (Rosa canina forma squarrosa) FL
Zarza (género Rubus)
Tejo (Taxus baccata)


Entre las herbáceas comunes por los alrededores citamos unas cuantas que se suelen ver más o menos habitualmente por la sierra:
Acinos alpinus FL
Arnoseris minima FL
Asplenium ceterach
Asplenium ruta-muraria
Asplenium trichomanes
Cynoglossum officinale FL
Cystopteris fragilis
Nardus stricta FL
Petrorhagia nanteuilii FL
Scleranthus annuus FL
Desde que salimos de Rascafría, como no es muy tarde, ascendemos anotando las aves que hay por el camino porque se detecta bastante actividad. Al principio, aproximadamente entre los 1200-1500 m de altitud atravesamos un denso melojar  de Quercus pyrenaica con abundante sotobosque (a las aves que detectamos en esta franja las marcamos con una A). Y por encima de los 1500 m dominan los pinares de Pinus sylvestris, los roquedos y diversos tipos de matorral de montaña (a estos les significamos con una B). En total, el registro que obtenemos es el siguiente:
Halcón abejero A (perdón por no usar los nombres comunes actuales)
Buitre leonado A
Ratonero B
Águila calzada A
Perdiz común B (a 1800 m)
Cuco AB
Abubilla A
Pito real A
Pico picapinos AB
Totovía B
Bisbita arbóreo A (cantando, común)
Chochín AB
Acentor común B
Petirrojo AB
Colirrojo tizón A
Tarabilla común AB
Mirlo común AB
Zorzal común A
Zorzal charlo AB
Curruca mirlona AB
Curruca capirotada AB
Curruca mosquitera AB (Muy común)
Reyezuelo sencillo B
Mito A
Herrerillo capuchino B
Carbonero garrapinos B
Herrerillo común A
Carbonero común A
Trepador azul A
Agateador común AB
Arrendajo AB
Urraca A
Corneja negra B
Estornino negro A
Pinzón vulgar AB (el ave más frecuente)
Verdecillo AB (a 1800 m)
Pardillo común B
Piquituerto común B
Escribano soteño A
Escribano montesino AB
A medida que ascendemos y después también por la tarde se ven numerosos ciervos volantes (Lucanus cervus) (foto 7, se trata de un ejemplar encontrado muerto) revoloteando entre las copas de los melojos. También observamos una hermosa mariposa nocturna: la esfinge del roble (Marumba quercus) (foto 8) que vive entre las especies del género Quercus.




Finalmente señalar la presencia de un pequeño topillo (foto 9) en la zona de los mármoles, a unos 1700 m de altitud. Parece un Microtus de especie desconocida, quizá un M. lusitanicus a razón de su pequeño tamaño. Como se nos queda muy cerca, tenemos ocasión de fotografiarle a placer y tomarle algunas medidas aproximadas. Longitud cabeza-cuerpo: 60-70 mm. Longitud de la cola: 15-20 mm.