sábado, 14 de mayo de 2011

Dehesa de Villamantilla. Villamantilla (Madrid). 5-5-2011 // 600 msnm

Al oeste del río Guadarrama, la campiña madrileña frecuentemente presenta un característico paisaje adehesado donde la encina (Quercus ilex) comparte espacio con cultivos de cereal. En la periferia de estos ámbitos se encuentran, más o menos dispersos, matas y arbustos típicos del matorral que se genera tras la alteración del encinar, como esperando a que disminuya la presión del labrantío para recuperar el espacio perdido. En general, estas manchas tienen escasa superficie y por eso, cuando se encuentra alguna de cierta extensión, apetece internarse por las fragosidades del arbustedo para observar de qué forma, a medida que éste madura, las formaciones boscosas se van adueñando del territorio. En las laderas de la dehesa de Villamantilla tributarias del arroyo Perales encontramos uno de estos ejemplos (fotos 1 y 2). Se trata de un jaral  de jara pringosa (Cistus ladanifer) con aulaga hirsuta (Genista hirsuta) (foto 3) en el que, sobre todo, encinas y algunos enebros (Juniperus oxycedrus) constituyen lo arborescente y lo arbóreo.








El sustrato aquí está constituido por arcosas (foto 4), esas curiosas rocas sedimentarias de consistencia arenosa que proceden de la alteración y posterior transporte de los materiales graníticos y neísicos serranos. Cuando por cualquier circunstancia (un incendio, la apertura de una pista, el pisoteo excesivo de mamíferos, etc) la cobertura vegetal se desbroza, la textura disgregable del suelo facilita enormemente el avance la erosión generándose así acarcavamientos que se manifiestan claramente en el paisaje (foto 5).






Estos terrenos descarnados, cuando presentan un relieve accidentado apenas acogen ningún tipo de vegetación, pues en la tensión que se genera entre los fenómenos erosivos y la capacidad regeneradora de la vegetación se imponen los primeros; sin embargo, en las ubicaciones aplanadas que proporcionan, por ejemplo, las pistas el terreno, en cuanto disminuye el pisoteo, se coloniza por algunas plantas pioneras capaces de vivir bajo estas condiciones tan desfavorables. El colorido de algunas resalta ahora sobre el terreno arenoso; las que más llaman nuestra atención son la diminuta uña de gato (Sedum andegavense) (foto 6) que tiñe de rojo los laterales del camino y la arenaria roja (Spergularia rubra) (foto 7) ahora en su momento de mayor esplendor.
La pobreza de este suelo no permite la existencia de un matorral muy variado ni la proliferación de muchas especies herbáceas. Algunas de estas han concluido ya su ciclo vital, de modo que nos pasan desapercibidas, pero otras se encuentran ahora en plena floración formando un pastizal de terófitos que se agostará hacia finales de este mes. Entre otras, observamos:
Campanula lusitanica (foto 8)
Hymenocarpos lotoides (foto 9)
Leontodon taraxacoides (foto 10)
Linaria spartea
Psilurus incurvus
Trifolium cherleri
Tuberaria guttata (foto 11)
Vulpia ciliata
Vulpia muralis (foto 12)
















Con respecto a las aves que observamos por la zona, una buena parte se encuentran ya en pleno periodo reproductor y se escuchan continuamente cantos de la mayoría. A partir de media mañana, la actividad decrece y casi lo único que se escuchan son mirlos, pinzones y verdecillos. Del mosquitero papialbo escuchamos también un canto, pero sospechamos que no es un nidificante local, sino uno de esos migrantes transaharianos tardíos que pasan emitiendo cantos y confundiendo a ornitólogos. Nos encontramos fuera de su área de distribución como nidificante y eso nos hace pensar que debe andar aún de paso.
Buitre leonado c. 3
Águila imperial 1 R
Paloma torcaz c. 7 R
Cuco 1 R
Mochuelo 1 R
Vencejo común c. 30 R
Abejaruco común c.3 R
Abubilla c. 3 R
Totovía c. 3 C
Ruiseñor común 1 C
Mirlo común c. 5 C
Curruca rabilarga c. 5 C
Curruca carrasqueña c. 3 C
Curruca cabecinegra c. 5 C
Mosquitero papialbo c. 2 C
Herrerillo común c. 3 C
Carbonero común c. 5 C
Alcaudón común 1
Cuervo 2 R
Estornino negro c. 10 R
Pinzón vulgar c. 15 C
Verdecillo c. 7 C
Pardillo común c. 7 C
Donde c. es cerca de, C son cantos y R son reclamos