El tramo final del río Manzanares, unos kilómetros después de atravesar el
casco urbano madrileño y poco antes de su confluencia con el Jarama, muestra un
original paisaje donde todavía perviven fincas de ganado vacuno [foto] con otras dedicadas a la agricultura [foto]. El valle forma una planicie
formada por la llanura de inundación y sus terrazas inferiores (Terraza
compleja del Manzanares) que varía entre 700 y algo más de 1000 metros. Su
recorrido presenta la singularidad de describir una amplia curva que orienta su
dirección en sentido oeste-este, en contra de la trayectoria habitual norte-sur
de los ríos procedentes del Guadarrama, pero además el río encierra otra
peculiaridad, y es la composición fundamentalmente arenosa de los depósitos
aluviales con respecto a los del contiguo valle del Jarama,
donde además de arenas abundan los cantos rodados cuarcíticos. Ambos son de
naturaleza silícea y por tanto constituyen una originalidad edáfica en este
ámbito del sureste madrileño dominado por yesos, margas y calizas, pero
mientras el Jarama tiene su cabecera en montañas que cuentan con roquedo
cuarcítico, cuyos restos erosionados han sido transportados hasta aquí, el río
Manzanares, arrastra los materiales procedentes de la alteración de granitos y
neises, dominantes en su área de nacimiento, con lo que hasta aquí llegan
principalmente arenas con cuarzo y feldespato. Si en aquel la industria minera
ha generado un rosario de graveras a lo largo de su cauce, en el valle del
Manzanares, y también a cielo abierto, ha tenido lugar una secular extracción
de áridos en areneros [foto]. Tanto en
un caso como en otro la incidencia sobre el entorno no ha sido menor: mientras
las graveras situadas en la llanura aluvial han terminado convirtiéndose en
lagunas artificiales, los areneros, tras su abandono, han generado una
topografía irregular -sin apenas masas de agua- donde la vegetación se
encuentra actualmente en pleno proceso de recolonización espontanea [foto].
La cercanía de la ciudad de Madrid, muy demandante de áridos para la
construcción, la facilidad de extracción, la calidad del árido y la extensión y
profundidad de los yacimientos (con varias decenas de metros de potencia) ha
propiciado la labor extractiva de arenas en la zona, y ello ha dado lugar a la
aparición de numerosos restos arqueológicos y paleontológicos que permanecían
sepultados bajo los sedimentos transportados por el río. Así se ha descubierto
industria lítica asociada a una increíble diversidad de fauna que muestra
fluctuaciones climáticas importantes con alternancia de periodos fríos y secos
con otros templados y húmedos. Elefantes antiguos, mamuts, rinocerontes, uros o
caballos habitaron estos parajes conviviendo con los primeros homínidos
madrileños, al tiempo que la red fluvial incidía entre los materiales
evaporíticos circundantes hasta configurar el valle asimétrico que se puede ver
en la actualidad. Como se ha comentado anteriormente, su fondo, al igual que
algunos restos de terraza que se encuentran en las laderas, están cubiertos por
depósitos aluviales de origen cuaternario, fundamentalmente de carácter
silíceo, pero sin embargo sus vertientes están formadas por yesos, arcillas,
materiales carbonáticos y sílex sedimentados en el período terciario. Éstos,
tras su erosión, al descender por gravedad por las laderas del valle, se mezclan
de forma variable con las arenas silíceas generando frecuentemente una mezcla
detrítica arenosa y limo-arcillosa con una fracción de gravas calizas y sílex.
En este medio aluvial tan alterado como fragmentado, la flora, siempre sensible
a las variables ecológicas que se manifiestan en el entorno, se expresa de
forma bien distinta, incluso en espacios muy próximos entre sí. Fuera del
ámbito ribereño, la variable principal que influye en el desarrollo de la
vegetación es la profundidad que han alcanzado las excavaciones en los antiguos
areneros en función de la proximidad de las aguas subterráneas. Los terrenos
escasamente excavados y exentos de labores agrícolas cuya superficie se
encuentra alejada del acuífero aluvial están cubiertos por un matorral abierto
de retama (Retama sphaerocarpa), salpicado de almentros (Prunus
dulcis), en cuyos huecos se desarrolla un pastizal de herbáceas con
gallocresta (Bartsia trixago), plumerillo rojo (Bromus rubens),
espiguilla colgante (Bromus tectorum), cardo cuco (Carlina corymbosa),
milamores (Centranthus calcitrapa), viniebla (Cynoglossum
cheirifolium), Viborera común (Echium vulgare), cardo corredor
(Eryngium campestre), Leontodon saxatilis subsp. rothii, viborezno
(Neatostema apulum) e incluso pino piñonero (Pinus pinea) que
ocasionalmente aparece asilvestrado. Sin embargo, allí donde la profundidad del
desmonte hace que la superficie del terreno se acerque a las aguas subterráneas
el espacio se ocupa con especies arbóreas de ribera, principalmente taray (Tamarix
canariensis) [foto], pero también Tamarix
africana, Tamarix gallica, álamo blanco (Populus alba) y
chopo negro (Populus nigra) que se acompañan de herbáceas como abejera (Anchusa
undulata) [foto], draba (Cardaria
draba), cardo borriquero (Carduus bourgeanus) [foto], cicuta (Conium maculatum), altabaca
(Dittrichia viscosa), junco de churrero (Scirpoides holoschoenus),
cardo mariano (Silybum marianum)... Incluso en determinadas ocasiones se
corta el acuífero y en esos cosos se forman diminutas lagunas rodeadas de
carrizo (Phragmites australis) y de las especies leñosas
citadas anteriormente.
Otras plantas más o menos comunes por la zona que tienen preferencia por estos
sustratos arenosos son: ajonje (Andryala ragusina), polígono trepador
(Fallopia convolvulus) [foto],
hierba enana (Mibora minima), Plantago bellardii, prolóngoa
(Prolongoa hispanica), Psilurus incurvus [foto], acedera morisca (Rumex roseus),
mejorana (Thymus mastichina)... Y cuando reciben la influencia de las
margas, yesos y arcillas de las laderas: ojo de buey (Asteriscus aquaticus),
sisallo rojo (Bassia prostrata), carra (Mercurialis tomentosa),
sisallo (Salsola vermiculata), rabanillo (Sisymbrium crassifolium)...
Además, en los barbechos, baldíos, cunetas, caminos y campos abiertos
donde en general se da un grado de nitrofilia mayor se pueden
encontrar:
Murajes (Anagallis arvensis)
Lengua de buey (Anchusa aurea)
Arenaria serpyllifolia
Lanudita (Bombycilaena discolor)
Sofía (Descurainia sophia)
Jaramago (Diplotaxis virgata)
Pepinillo del diablo (Ecballium elaterium)
Alfileres (Erodium cicutarium)
Euphorbia matritensis [foto]
Palomilla menuda (Fumaria parviflora) [foto]
Pamplina (Hypecoum imberbe)
Marrubio (Marrubium vulgare)
Nonea micrantha [foto]
Amapola (Papaver rhoeas)
Adormidera (Papaver somniferum)
Farolillo (Reseda phyteuma)
Rabo de zorra (Rostraria cristata)
Ruda montesina (Ruta montana)
Jaramago raspado (Sisymbrium runcinatum)
Arenaria roja (Spergularia rubra) [foto]
Otra variable importante que influye en el desarrollo de la vegetación es el
periodo de abandono que presentan los diferentes emplazamientos. Así se observa
que los de suelo menos removido y con un cierto grado de estabilidad acogen
tomillares de Thymus zygis [foto]
salpicados de retamas (Retama sphaerocarpa) que pueden llevar esparto (Macrochloa
tenacissima), pimpinela (Sanguisorba verrucosa), Stipa
parviflora, zumillo (Thapsia villosa)... En términos de dinámica
vegetal estas humildes formaciones de plantas leñosas representan una de las
primeras fases de la recuperación natural del entorno, si bien esta tiene lugar
a un ritmo muy lento debido a la aridez ambiental reinante.
En contra de lo que podría parecer este alterado entorno no carece de valores
faunísticos; al contrario, las poblaciones de conejos (Oryctolagus cuniculus)
son bastante boyantes y también hay presencia de diferentes especies de
reptiles: culebra de escalera (Rhinechis scalaris), lagarto ocelado (Timon
lepidus) y lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) [foto], una especie esta última muy vinculada a
espacios arenosos y por tanto bastante común aquí.
De la misma manera, las aves también son muy abundantes en la zona debido a la
diversidad de hábitats existentes; además de los referidos hasta ahora añádanse
cantiles, pinares de Pinus halepensis, sotos, pastizales de vega,
arboledas y casas de campo dispersas. Tampoco se puede descartar que la
abundancia de la avifauna esté relacionada con la pertenencia de este
territorio al Parque Regional del Sureste, aunque tradicionalmente esta ha sido
siempre una zona rica en aves. Las especies vinculadas a los espacios
relacionados con antiguas extracciones de áridos (desmontes, cortados, baldíos,
caminos, casas abandonadas, tarayales y otras arboledas dispersas) que se
detectan a lo largo del recorrido son:
Perdiz roja (Alectoris rufa) 2
Águila calzada (Aquila pennata) 3
Milano negro (Milvus migrans) 100
Ratonero común (Buteo buteo) 2
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) 1
Paloma torcaz (Columba palumbus) 30
Tórtola común (Streptopelia turtur) 3
Mochuelo (Athene noctua) 1
Vencejo común (Apus apus) 100
Abubilla (Upupa epops) 10
Abejaruco (Merops apiaster) 30
Pito real (Picus viridis) 4
Cogujada montesina (Galerida theklae) 4
Avión zapador (Riparia riparia) 15
Golondrina común (Hirundo rustica) 50
Curruca mirlona (Sylvia hortensis) 4
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) 5
Curruca tomillera (Sylvia conspicillata) 3
Zarcero común (Hippolais polyglotta) 2
Carbonero común (Parus major) 5
Pájaro moscón (Remiz pendulinus) 5
Alcaudón común (Lanius senator) 2
Urraca (Pica pica) 25
Estornino negro (Sturnus unicolor) 100
Gorrión común (Passer domesticus) 30
Gorrión molinero (Passer montanus) 15
Gorrión chillón (Petronia petronia) 2
Pardillo (Carduelis cannabina) 5
Jilguero (Carduelis carduelis) 20
Verderón común (Chloris chloris) 20
Verdecillo (Serinus serinus) 20
Triguero (Emberiza calandra) 2
En este listado se dan unas cantidades estimativas del número de ejemplares
detectados durante la jornada -también en otros hábitats- para dar idea de la
abundancia de aves de la zona. Además, en otros medios ecológicos atravesados a
lo largo del recorrido, como pinares, cultivos, pastizales ganaderos, sotos y
el río, se han detectado:
Ánade azulón (Anas platyrhynchos) 20
Ánade friso (Anas strepera) 1
Garcilla bueyera (Bubulcus ibis) 25
Garza real (Ardea cinerea) 2
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) 120
Polla de agua (Gallinula chloropus) 2
Cigüeñuela (Himantopus himantopus) 2
Gaviota sombría (Larus fuscus) 1
Paloma zurita (Columba oenas) 40
Tórtola turca (Streptopelia decaocto) 1
Cogujada común (Galerida cristata) 20
Golondrina dáurica (Cecropis daurica) 6
Lavandera blanca (Motacilla alba) 1
Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) 5
Mirlo común (Turdus merula) 2
Buitrón (Cisticola juncidis) 10
Ruiseñor bastardo (Cettia cetti) 5
Chochín (Troglodytes troglodytes) 1
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) 1
Agateador común (Certhia brachydactyla) 3
Chova piquiroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) 3
Gorrión moruno (Passer hispaniolensis) 20
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) 10
Piquituerto (Loxia curvirostra) 3
En esta época del año la mayoría de los pájaros (paseriformes) que se
encuentran por la zona, al igual que gran parte del resto de las aves, están
criando y a algunos de ellos se les ve, afanosos, llevando invertebrados a sus
pollos. Excepto en las horas centrales del día se escuchan sus cantos
continuamente.