La campiña madrileña en la zona de El Álamo ofrece un relieve de suaves
ondulaciones donde se asientan cultivos principalmente de cereal sobre un
sustrato de arcosas; es decir, de los materiales resultantes de la alteración
del roquedo serrano, sobre todo granitos y neises. Éstos han sido transportados
hasta aquí, dando lugar a un potente manto de sedimentos constituido en su
mayor parte por arenas y arcillas.
En las inmediaciones del pueblo, justo en su parte más septentrional, (30TVK1554)
se extiende una porción de terreno de textura particularmente arenosa que permite
la presencia de rascavieja (Adenocarpus
aureus), una leguminosa arbustiva de buen porte cuya distribución mundial
se restringe al centro de la península Ibérica incluyendo algunas apariciones
puntuales en Madrid. Se trata de una pequeña población de la que no teníamos
noticia; un conjunto disperso de unos 15 ejemplares que ocupan alrededor de una
hectárea en un viñedo abandonado contiguo al caserío. El espacio está ocupado
por un pasto, ahora verde, de gran cobertura a pesar de la pobreza del sustrato,
y en el mismo además se van incorporando algunas retamas (Retama sphaerocarpa), si bien de forma menos agresiva que en
lugares próximos. La retama ocupa invariablemente todos los eriales de
interfluvio de la zona, unas veces con cantueso (Lavandula pedunculata) y otras en solitario.
Los Adenocarpus aureus a los que
hacemos mención presentan ejemplares de hasta metro y medio de altura y en un
caso amplitud suficiente como para esconder una hura de conejo. Se da la
circunstancia que a pesar de la época del año en que se hace la observación hay
un par de ejemplares con flores y frutos de modo que es posible profundizar en
su identificación: frutos con glándulas estipitadas, abundantes pelos
retorcidos en las hojas y cálices cubiertos de pelos blancos y alargados.
Adenocarpus aureus penetra en Madrid
tímidamente desde el suroeste aprovechando entre otros arenales los que se
extienden a lo largo del Alberche desde Talavera de la Reina que es donde
Cavanilles la citó por primera vez, allá por 1801. Los escasos registros
madrileños se asientan en Aldea del Fresno y Villa del Prado, de modo que esta
población que se trae aquí a colación representa la más oriental de todas
ellas.
Una muy buena población de rascaviejas se encuentra en Méntrida (TO) junto
a Madrid, al lado de la carretera, y mucho más extendida, aunque ya más lejos,
en la Tierra de Pinares, sobre todo en Segovia.
El paisaje fundamentalmente agrícola de la zona es prioritariamente
cerealista, aunque también incluye olivares y viñedos dispersos entre sus
elementos. Además de los habituales eriales con retama ofrece frecuentes
higueras (Ficus carica), algún que
otro pino piñonero (Pinus pinea) de
naturalidad dudosa, asimismo encinas (Quercus
rotundifolia) bastante dispersas y en los barbechos alguna garamasta (Tanacetum microphyllum) que todavía florece.
La débil red de drenaje cuenta con cauces secos la mayor parte del año,
pero se dota de una vegetación de ribera característica, muy alterada y sin
continuidad, donde se pueden encontrar: caña (Arundo donax), olmo (Ulmus
minor), bardaguera blanca (Salix
salviifolia), zarzamora (Rubus
ulmifolius), chopo negro (Populus
nigra), junco de churrero (Scirpoides
holoschoenus), majuelo (Crataegus
monogyna) y rosal silvestre (Rosa
corymbifera).
En este medio tan fragmentado se detecta una buena cantidad de aves.
Anotamos:
Buitre negro
Buitre leonado
Milano real
Ratonero
Cernícalo vulgar
Perdiz
Paloma bravía
Paloma torcaz
Pito real
Cogujada común
Alondra común
Lavandera blanca
Bisbita común
Petirrojo
Colirrojo tizón
Curruca cabecinegra
Urraca
Alcaudón real
Estornino negro
Pardillo
Verdecillo
Verderón
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