martes, 2 de agosto de 2011

Campamento. Madrid. 31-7-2011 // 700 msnm





Cerca del nacimiento del arroyo de los Meaques y antes de entrar en la Casa de Campo de Madrid, la cuenca de este curso fluvial, tributario del Manzanares, se halla cubierta por una de las mejores representaciones de retamar de toda la Comunidad (fotos 1 y 2); unas 800 ha que durante años estuvieron dedicadas a campo de entrenamiento del ejército. Actualmente, todo este territorio y una parte contigua donde se ubicaban los cuarteles militares, es lo que integra la conocida como Operación Campamento cuyo objetivo es la construcción de equipamientos y miles de viviendas.
En el Plan General de 1997 este suelo, que tenía la categoría de protegido, paso a urbanizable y a pesar de una sentencia del Tribunal Supremo de 2007 donde se reconocía la ausencia de justificación para desproteger este ámbito, actualmente en "Ecologistas en Acción" se trabaja para solicitar la ejecución de dicha sentencia, con el fin de evitar su destrucción.






Creemos que una sociedad desarrollada debería reconocer, admirar y proteger su patrimonio biológico, y que desperdiciar el espacio desmantelándolo, sin aceptar su valor, es una actitud absurdamente inconsciente.
En esta época del año, los pastizales de la campiña se encuentran completamente agostados, lo cual no quiere decir que no haya plantas cumpliendo sus ciclos vitales. El paisaje del retamar, ahora, tiene una estética particular con predominio de amarillos, pardos y verdes grisáceos que contrastan vivamente con los verdes intensos de los sotos y sotillos fieles a los recorridos del Meaques y sus afluentes. Todos estos cursos tienen carácter estacional de modo que ahora bajan secos (foto 3); su aspecto es el de los típicos ríos de arena, tan característicos de todas estas zonas detríticas de la campiña madrileña, al oeste del Jarama. 




Mientras en los cursos de agua el subsuelo contiene un cierto grado de humedad edáfica, debido a la proximidad del acuífero, en los interfluvios colindantes el agua subterránea se halla a gran profundidad, y es inaccesible para las raíces de la mayoría de las plantas. Esto determina la diferencia de colores, ciclos vitales y fisiología entre las plantas que viven en uno u otro lugar.
Caminar a mediodía a través del retamar es bastante agobiante debido a un sol inclemente que no se aplaca con sombra alguna; los únicos acompañantes por aquí son algunos aviones comunes (Delichon urbica) y vencejos (Apus apus) que sobrevuelan el dosel arbustivo a la caza de insectos, y también los conejos (Oryctolagus cuniculus) que abundantemente pueblan estos campos. Los sotillos, en cambio, siguen con bastante actividad ornítica. Es cierto que a partir de las diez de la mañana (h. o.) dejan de detectarse la mayor parte de las aves que a primera hora de la mañana se movían por aquí, pero aun así hay actividad todo el rato, sobre todo en los sotos mejor conservados y en el remanso artificial del Meaques, responsable de un interesante encharcamiento ahora cubierto de lenteja de agua (Lemna minor) (foto 4). La diferencia entre uno y otro ámbito estriba no solo en la propia sombra de las arboledas, sino también en el continuo bombeo de agua generado por las plantas del soto que al emitirlo a la atmósfera en forma de vapor de agua produce un descenso de temperatura, como vemos cada vez más en las terrazas de algunos bares.




La naturaleza del sustrato local no es muy rica que digamos; se trata de uno de esos depósitos arenosos de campiña procedentes de la alteración del roquedo silíceo de la sierra: materiales que ofrecen suelos bastante pobres por la escasez de bases y además terrenos fácilmente disgregables. Aquí, cerca de la divisoria de aguas que vierten por un lado al Guadarrama y por otro al Manzanares, las alomadas laderas en general son bastante suaves, pero allí donde se acusa la pendiente, si el tomillar no se instala, el efecto de la erosión se acrecienta mediante la instalación de una red de regueros y pequeños acarcavamientos que no hacen sino buscar una nueva pendiente de equilibrio (foto 5).




Sin embargo, asombra la riqueza botánica que encierra este lugar, seguramente debido a la escasez de insecticidas y fertilizantes recibidos, dada su particular dedicación anterior. Se advierte la presencia de bastantes especies no autóctonas, entre las cuales destacan en el paisaje las de carácter leñoso (moreras, acacias, ailantos olmos de Siberia, cambrones, etc); algunas de ellas han sido capaces de asilvestrarse a partir de condiciones biológicas favorables, dando lugar a individuos capaces de reproducirse libremente. También llama la atención el nutrido pastizal que engrosa con mucho la mayor parte del listado que se ofrece a continuación; apenas damos un paseo que dura unas horas e inventariamos cerca de ciento cincuenta especies de plantas, a pesar de que la fecha quizá no sea la más favorable. Visitamos distintos ambientes: retamares, eriales más o menos nitrificados, solares, pastizales de plantas anuales, cursos fluviales, formaciones palustres, pinares de piñonero, y para trasladar la información de forma más digerible separamos, como en otras ocasiones, entre plantas arbóreas, arbustivas y herbáceas. Las especies de mayor interés local aparecen subrayadas:
Especies arboreas:
Ailanto (Ailanthus altissima)
Fresno de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia)
Acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos)
Morera (Morus alba)
Pino piñonero (Pinus pinea)
Álamo blanco (Populus alba)
Chopo negro (Populus nigra)
Encina (Quercus ilex), muy escasa
Falsa acacia (Robinia pseudoacacia)
Sauce blanco (Salix alba)
Sauce llorón (Salix babylonica)
Olmo (Ulmus minor)
Olmo de Siberia (Ulmus pumila)


Especies arbustivas y cañas:
Caña (Arundo donax)
Majuelo (Crataegus monogyna)
Polígono ruso (Fallopia baldschuanica) FL
Cambrón (Lycium barbarum) FL (foto 6)
Carrizo (Phragmites australis)
Retama (Retama sphaerocarpa) (foto 2)
Rosal silvestre (Rosa canina var. squarrosa)
Rosal silvestre (Rosa micrantha)
Zarzamora (Rubus ulmifolius)
Sisallo (Salsola vermiculata). Destaca la presencia de un único ejemplar fijando el límite de su área de distribución, dado que prefiere suelos con cierta basicidad.
Sarga negra (Salix atrocinerea)
Bardaguera blanca (Salix salviifolia)
Taray (Tamarix canariensis) FL (foto 7)
Tomillo (Thymus zygis)
Espadaña (Typha latifolia) (foto 8)








Especies herbáceas:
Achillea filipendulina FL
Aira caryophyllea
Agrostis castellana
Amaranthus albus FL
Amaranthus blitoides
Andryala integrifolia FL
Aphanes sp.
Astragalus hamosus
Bartsia trixago
Brassica barrelieri
Bromus hordeaceus
Bryonia dioica
Cardaria draba
Carduus pycnocephalus
Carduus tenuiflorus
Carlina corymbosa FL
Carthamus lanatus
Centaurea calcitrapa FL
Centaurea castellanoides
Centaurea melitensis
Centaurea ornata FL
Chenopodium botrys
Chenopodium multifidum
Chondrilla juncea FL
Chrozophora tinctoria FL
Cichorium intybus FL
Cirsium vulgare
Conium maculatum
Crepis capillaris
Cynara cardunculus FL (foto 9)
Cynodon dactylon FL
Cynoglossum cheirifolium
Cyperus longus (foto 10)
Daucus carota FL
Delphinium gracile FL
Diplotaxis catholica
Dittrichia viscosa
Dittrichia graveolens
Echium vulgare FL
Epilobium hirsutum
Eryngium campestre
Euphorbia peplus
Filago lutescens
Foeniculum vulgare FL
Galium parisiense
Glycyrhiza glabra
Helianthemum aegyptiacum
Heliotropium europaeum FL
Hirschfeldia incana
Hordeum murinum
Hypericum perforatum FL
Juncus effusus (foto 11)
Juncus inflexus (foto 12)
Lemna minor
Leontodon taraxacoides
Linaria spartea FL
Logfia gallica
Logfia vulgaris
Lycopus europaeus
Malva sylvestris FL
Marrubio (Marrubium vulgare) FL
Medicago sativa FL
Melica ciliata
Mentha suaveolens FL
Neatostema apulum
Ononis spinosa FL
Onopordum acanthium FL
Onopordum illyricum
Onopordum nervosum
Papaver rhoeas
Papaver somniferum
Phyla filiformis FL (foto 13) Especie foránea que se aclimata en el litoral peninsular, pero muy rara en Madrid
Picnomon acarna FL
Picris echioides FL
Piptatherum miliaceum
Plantago coronopus
Plantago lagopus
Plantago lanceolata
Poa bulbosa
Polygonum aviculare
Polygonum persicaria
Polypogon sp.
Portulaca oleracea
Potentilla reptans
Pulicaria arabica FL (foto 14)
Reseda luteola
Rumex acetosella
Rumex cristatus
Rumex pulcher
Sanguisorba sp.
Saponaria officinalis
Scirpoides holoschoenus
Scolymus hispanicus FL
Scrophularia auriculata
Senecio jacobaea FL
Silene colorata
Silybum marianum
Solanum dulcamara FL
Solanum nigrum
Sonchus tenerrimus
Spergularia rubra
Stipa lagascae
Taeniatherum caput-medusae
Thapsia villosa
Torilis sp.
Tribulus terrestris FL
Trifolium angustifolium
Trifolium campestre
Tuberaria guttata
Urtica dioica
Verbascum pulverulentum FL
Verbascum sinuatum FL
Verbascum virgatum FL
Verbena officinalis FL
Vulpia sp.
Xanthium spinosum














El tapiz vegetal de la zona de Campamento, esbozado superficialmente más arriba, se organiza en una serie de hábitats donde vive una fauna bastante diversa. Prestamos principalmente atención a las aves que se revelan como buenos indicadores de la calidad ambiental y advertimos ante todo la diversidad de especies que ocupan el lugar. Es cierto que muchas de ellas ahora se encuentran realizando movimientos postnupciales de diverso rango, pero la realidad es que todas ellas utilizan el lugar como fuente de alimento en algún momento de su ciclo anual.
Destacan las cantidades de aviones comunes (Delichon urbica) y palomas torcaces (Columba palumbus) que atraviesan la zona. Los primeros, a menudo en compañía de bandos de vencejos (Apus apus), sobrevuelan a diferentes altitudes emitiendo sus característicos reclamos, y las torcaces en interminable goteo, dirigiéndose en dirección norte o noreste, seguramente desde algún dormidero próximo (¿Alcorcón?) a comederos extraurbanos, como hemos observado por ejemplo en la zona de El Retiro. Si la mayoría de los aviones se encuentran en pleno viaje migratorio y no volverán hasta el año próximo, las torcaces regresarán por la noche a los sesteaderos nocturnos.
Apenas se escuchan ya cantos, tan solo algunos tímidos "que parecen más confusiones que otra cosa". Los sonidos que predominan ahora son los reclamos de cohesión que se prolongarán hasta la primavera que viene. Además de los de las urracas (Pica pica), los que más llaman la atención por su estridencia son los de unas aves exóticas de procedencia sudamericana que se han instalado en la zona desde hace unas décadas, las cotorras grises argentinas (Myopsitta monachus). Aquí las vemos alimentándose de las semillas de cardillo (Scolymus hispanicus) que es un recurso bien común en la zona.
Las aves que detectamos en la zona, como en otras ocasiones acompañadas de unas cantidades de carácter estimativo, son las siguientes:
Zampullín chico, 1
Cigüeña común, 1
Ánade azulón, 2
Águila calzada, 1
Perdiz roja, 5
Polla de agua, 10R
Paloma bravía, 3
Paloma torcaz, 400 R
Paloma zurita, 2
Tortola común, 1 R
Cuco, 1
Vencejo común, 100 R
Vencejo pálido, 3
Abejaruco común, 30 R
Abubilla, 1
Pito real, 10 R
Pico picapinos, 1 R
Avión zapador, 1
Golondrina común, 30 R
Golondrina daúrica, 10 R
Avión común, 200 R
Lavandera blanca, 2 R(C)
Petirrojo, 2 R
Ruiseñor común, 3 R(C)
Mirlo común, 8 R
Ruiseñor bastardo, 2 C
Carricero común, 1R
Curruca carrasqueña, 1 R
Curruca cabecinegra, 2 R
Curruca zarcera, 1
Mosquitero papialbo, 2 R(C)
Mosquitero musical, 1R
Mito, 5 R
Herrerillo común, 3 R
Carbonero común, 4 R
Agateador común, 6 R
Alcaudón común, 1
Urraca, 20 R
Grajilla, 2 R
Estornino negro, 10 R
Gorrión común, 7 R
Gorrión molinero, 5 R
Verdecillo, 25 R
Verderón común, 20 R
Jilguero, 20 R
Escribano soteño, 1 R
Cotorra gris argentina, 40 R
Donde R son reclamos y C, cantos