viernes, 4 de mayo de 2012

Descampado "Cuña de O´Donnell". Moratalaz. Madrid. 2-5-12 // 680 msnm




A medida que aumenta el tamaño de los núcleos urbanos los espacios de su periferia sufren un cambio de uso que tiene consecuencias en su medio ambiente. Estos ámbitos de transición entre lo rural y lo urbano experimentan un grado de abandono que dependiendo de las circunstancias puede dar lugar a lugares de interés natural con especies de flora y fauna sorprendentemente variadas. A menudo estos lugares son literalmente arrasados y se convierten en terrenos estériles que acogen escombros, basuras y desmanes de todo tipo. Por eso las administraciones eluden su adecuada gestión y los condenan a un estado de negligente abandono invalidándolos para el uso ciudadano. Finalmente, los planes urbanísticos suelen acabar con todo lo que allí existía, lo desagradable y también lo valioso, construyendo o ajardinando.
Es difícil vencer la mala fama de los descampados a causa de la suciedad y el gamberrismo que a menudo se apodera de ellos, pero desde aquí argumentamos a su favor porque además de sus valores naturales, presentan posibilidades didácticas, paisajísticas y de ocio que se tendrían que considerar. No se trata de defender porque sí cualquier lugar abandonado, sino de promover una gestión adecuada del territorio tras conocer científicamente su interés y potencial.
En torno a este tema de los descampados hemos desarrollado materiales divulgativos con los que se pretende despertar el interés por unos lugares tan próximos a los que la sociedad da la espalda. El conjunto se reune en una exposición al aire libre que se puede visitar en el Jardín Botánico de Madrid hasta el 15 de junio. Para consultarlos o descargarlos puedes dirigirte a este enlace: Descampados


Los descampados se ven sometidos a eventualidades que unas veces hacen de ellos vertederos, otras, aparcamientos, otras asentamientos chabolistas y otras, en el mejor de los casos, rincones donde la naturaleza prolifera. Cualquier limitación de acceso, por elemental que sea, hace que en cualquier solar proliferen la vegetación y en paralelo la fauna.
Con el fin de reconocer el valor de uno de estos espacios, nos internamos en un descampado del barrio de Moratalaz, al principio no sin cierta prevención, seleccionado entre otros muchos de similares características, por incorporar todos los aditamentos que les son propios: puntos con alto valor natural, asilvestramiento de carácter urbano con una cierta extensión de "neobosque", presencia de antiguas infraestructuras, basuras y escombros hasta el aburrimiento, tierras removidas, terraplenes, abonado complementario por perros, contacto con un importante núcleo de población, contacto impermeable con un colegio público de enseñanza secundaria, enormes posibilidades paisajísticas desaprovechadas, ajardinamientos anexos sin ton ni son...Veamos.
Nada más entrar, un reguero de desechos jalona el recorrido (fotos 1 y 2). Basura llama a basura y cuando un desaprensivo vierte escombros otros como él ven la puerta abierta. Lo peor es cuando alguien de manera sistemática decide hacer del sitio un vertedero de residuos (foto 3) y las autoridades lo consienten.








Menos mal que la vegetación nitrófila y de suelos removidos, ahora verde y florida (foto 4), lo tapiza todo  y contribuye a relajar la fuerte impresión inicial. Enseguida llama nuestra atención la leguminosa herbácea de flores blancas Ononis biflora (foto 14), aquí muy común. Los cantos de diversas especies de aves también ayudan en este sentido, sobre todo el alegre gorjeo de un grupo de abejarucos (Merops apiaster) aquerenciados en la zona. Hay que decir que nos encontramos a menos de 100 metros de viviendas habitadas y de un ambulatorio de la Seguridad Social, simplemente cruzando la calle Doctor García Tapia. Nos preguntamos si esta isla de escombros pasa desapercibida para el Ayuntamiento.




Enseguida cruzamos un impresionante seto de cambrón (Lycium barbarum) en flor, vestigio de lo que fueron los antiguos vallados del sur de Madrid, cuando se empleaban estas matas espinosas para separar. Su vigor y fragosidad ganan por poco al neobosque de ailantos (Ailanthus altissima) y olmos de Siberia (Ulmus pumila) que bordean la parcela escondiendo parcialmente los desechos (fotos 5 y 6). Estos bosques, formados por especies arbóreas no autóctonas (olmo de Siberia y ailanto fundamentalmente), aparecen en Madrid espontáneamente y son muy habituales de zonas alteradas donde la vegetación natural encuentra obstáculos para su desarrollo. Aparecen tras la instalación natural de un herbazal de buen porte donde el lastón (Piptatherum miliaceum) y la altabaca (Dittrichia viscosa) suelen ser algunas de las plantas características.






El valor ornitológico tanto de esta arboleda como la del seto y sus espacios colindantes quedan de manifiesto tras la lista de aves que anotamos en la zona. Es verdad que en esta época del año muchas de las especies de aves que se ven son visitantes durante su viaje migratorio, pero también es cierto que el lugar reune condiciones de alimento y refugio que atraen a los pájaros. Detectamos las siguientes especies:
Paloma torcaz
Tórtola turca
Tórtola común
Cotorra gris argentina
Vencejo común
Abejaruco común
Pito real
Golondrina común
Avión común
Petirrojo
Ruiseñor común
Mirlo
Zarcero común
Curruca cabecinegra
Curruca capirotada
Mosquitero papialbo
Mosquitero musical
Papamoscas cerrojillo
Mito
Carbonero garrapinos
Carbonero común
Alcaudón común
Urraca
Estornino negro
Gorrión común
Gorrión molinero
Verdecillo
Verderón común
Jilguero
Pardillo
Picogordo
Triguero
El trazado del antiguo ferrocarril de Arganda se reconoce claramente en la zona (foto 7), quizá uno de los pocos vestigios significativos que afloran cerca del centro de Madrid. Caminamos sobre el balasto en el que descansaban las vías del tren y reconocemos botánicamente sus laderas apreciando un interesante pastizal que ahora se encuentra en su momento óptimo de floración.




Uno de los aspectos que caracteriza a este descampado es el importante desnivel que articula los altos de Vicálvaro, muy próximos, con la vaguada del desaparecido arroyo Abroñigal, hoy día M-30. Unas laderas que suponemos harían las delicias de cualquier urbanista, máxime si se tiene en cuenta las vistas de Madrid que se aprecian desde la coronación, un mirador natural desaprovechado por el estado de degradación en el que se encuentra su base (ver foto de cabecera). El aspecto de estas vertientes (foto 8) sorprende en algunos puntos por su rusticidad y en aquellas que no son terraplenes artificiales se desarrollan interesantes pastos naturales con leguminosas diversas.




El nivel superior de este espacio natural actualmente ha sido ajardinado y se puede decir que es un sitio bastante concurrido, a pesar de su monotonía. En su mayor parte se ha repoblado con pinos bajo los cuales se desarrolla un pastizal efímero que ahora se encuentra en pleno apogeo (foto 9). Sin embargo, hay interesantes excepciones que tienen que ver con la litología y que obligan a tener precaución con la gestión de algunos puntos de esta zona ajardinada. Mientras en las cotas inferiores predominan sustratos arenosos con cierto componente margoso en las zonas más altas hay afloramientos de arcosas más silíceas donde aparecen plantas cuya distribución encuentra aquí su límite (Astragalus pelecinus, Lupinus angustifolius); más al sur y al este las arcosas van dando paso a los materiales evaporíticos característicos del sureste madrileño. El aspecto de este pastizal se puede ver en la foto 10






A lo largo del paseo realizamos un inventario de plantas de las que destacamos las que florecen ahora, dado el interés fenológico de este blog. Las especies que anotamos son las siguientes:
Alyssum granatense (foto 11)
Anacyclus clavatus
Anchusa azurea
Anthemis arvensis
Asphodelus fistulosus
Astragalus hamosus (foto 12)
Astragalus pelecinus
Astragalus sesameus
Bromus hordeaceus
Bromus madritensis
Bromus rubens
Buglossoides arvensis
Calendula arvensis
Capsella bursa-pastoris
Cardaria draba
Carduus bourgeanus
Carduus pycnocephalus
Carduus tenuiflorus
Cerastium dichotomum
Cerastium ramosissimum
Cnicus benedictus
Convolvulus arvensis
Crepis vesicaria
Descurainia sophia
Diplotaxis virgata
Echium plantagineum
Erodium ciconium
Erodium cicutarium
Erodium moschatum (foto 13)
Eruca vesicaria
Euphorbia helioscopia
Euphorbia serrata
Filago pyramidata
Fumaria officinalis
Galium aparine
Geranium molle
Geranium rotundifolium
Helianthemum ledifolium
Herniaria cinerea
Holosteum umbellatum
Hordeum murinum
Hypecoum imberbe
Lamium amplexicaule
Leontodon taraxacoides
Linaria micrantha
Linaria spartea
Lupinus angustifolius
Lycium barbarum
Malva neglecta
Malva sylvestris
Marrubium vulgare
Molineriella minuta
Muscari comosum
Muscari neglectum
Ononis biflora (foto 14)
Papaver rhoeas
Phalaris minor
Plantago coronopus
Plantago lanceolata
Plantago lagopus
Polygonum rurivagum
Reseda lutea
Salvia verbenaca
Scandix australis
Scorzonera laciniata
Senecio vulgaris
Silene decipiens
Sisymbrium austriacum
Sonchus oleraceus
Sonchus tenerrimus
Spergula arvensis
Spergularia rubra
Taraxacum obovatum
Taraxacum officinale
Tragopogon dubius
Tragopogon porrifolius
Trifolium tomentosum
Trigonella monspeliaca (foto 15)
Trigonella polyceratia
Vicia villosa
Vulpia ciliata
Vulpia muralis
Vulpia myurus