viernes, 19 de mayo de 2017

Río Manzanares entre Getafe y Rivas-Vaciamadrid (M). 14-5-2017 // 550 m



El tramo final del río Manzanares, unos kilómetros después de atravesar el casco urbano madrileño y poco antes de su confluencia con el Jarama, muestra un original paisaje donde todavía perviven fincas de ganado vacuno [foto] con otras dedicadas a la agricultura [foto]. El valle forma una planicie formada por la llanura de inundación y sus terrazas inferiores (Terraza compleja del Manzanares) que varía entre 700 y algo más de 1000 metros. Su recorrido presenta la singularidad de describir una amplia curva que orienta su dirección en sentido oeste-este, en contra de la trayectoria habitual norte-sur de los ríos procedentes del Guadarrama, pero además el río encierra otra peculiaridad, y es la composición fundamentalmente arenosa de los depósitos aluviales con respecto a los del contiguo valle del Jarama,
donde además de arenas abundan los cantos rodados cuarcíticos. Ambos son de naturaleza silícea y por tanto constituyen una originalidad edáfica en este ámbito del sureste madrileño dominado por yesos, margas y calizas, pero mientras el Jarama tiene su cabecera en montañas que cuentan con roquedo cuarcítico, cuyos restos erosionados han sido transportados hasta aquí, el río Manzanares, arrastra los materiales procedentes de la alteración de granitos y neises, dominantes en su área de nacimiento, con lo que hasta aquí llegan principalmente arenas con cuarzo y feldespato. Si en aquel la industria minera ha generado un rosario de graveras a lo largo de su cauce, en el valle del Manzanares, y también a cielo abierto, ha tenido lugar una secular extracción de áridos en areneros [foto]. Tanto en un caso como en otro la incidencia sobre el entorno no ha sido menor: mientras las graveras situadas en la llanura aluvial han terminado convirtiéndose en lagunas artificiales, los areneros, tras su abandono, han generado una topografía irregular -sin apenas masas de agua- donde la vegetación se encuentra actualmente en pleno proceso de recolonización espontanea [foto].






La cercanía de la ciudad de Madrid, muy demandante de áridos para la construcción, la facilidad de extracción, la calidad del árido y la extensión y profundidad de los yacimientos (con varias decenas de metros de potencia) ha propiciado la labor extractiva de arenas en la zona, y ello ha dado lugar a la aparición de numerosos restos arqueológicos y paleontológicos que permanecían sepultados bajo los sedimentos transportados por el río. Así se ha descubierto industria lítica asociada a una increíble diversidad de fauna que muestra fluctuaciones climáticas importantes con alternancia de periodos fríos y secos con otros templados y húmedos. Elefantes antiguos, mamuts, rinocerontes, uros o caballos habitaron estos parajes conviviendo con los primeros homínidos madrileños, al tiempo que la red fluvial incidía entre los materiales evaporíticos circundantes hasta configurar el valle asimétrico que se puede ver en la actualidad. Como se ha comentado anteriormente, su fondo, al igual que algunos restos de terraza que se encuentran en las laderas, están cubiertos por depósitos aluviales de origen cuaternario, fundamentalmente de carácter silíceo, pero sin embargo sus vertientes están formadas por yesos, arcillas, materiales carbonáticos y sílex sedimentados en el período terciario. Éstos, tras su erosión, al descender por gravedad por las laderas del valle, se mezclan de forma variable con las arenas silíceas generando frecuentemente una mezcla detrítica arenosa y limo-arcillosa con una fracción de gravas calizas y sílex.






En este medio aluvial tan alterado como fragmentado, la flora, siempre sensible a las variables ecológicas que se manifiestan en el entorno, se expresa de forma bien distinta, incluso en espacios muy próximos entre sí. Fuera del ámbito ribereño, la variable principal que influye en el desarrollo de la vegetación es la profundidad que han alcanzado las excavaciones en los antiguos areneros en función de la proximidad de las aguas subterráneas. Los terrenos escasamente excavados y exentos de labores agrícolas cuya superficie se encuentra alejada del acuífero aluvial están cubiertos por un matorral abierto de retama (Retama sphaerocarpa), salpicado de almentros (Prunus dulcis), en cuyos huecos se desarrolla un pastizal de herbáceas con gallocresta (Bartsia trixago), plumerillo rojo (Bromus rubens), espiguilla colgante (Bromus tectorum), cardo cuco (Carlina corymbosa), milamores (Centranthus calcitrapa), viniebla (Cynoglossum cheirifolium),  Viborera común (Echium vulgare), cardo corredor (Eryngium campestre), Leontodon saxatilis subsp. rothii, viborezno (Neatostema apulum) e incluso pino piñonero (Pinus pinea) que ocasionalmente aparece asilvestrado. Sin embargo, allí donde la profundidad del desmonte hace que la superficie del terreno se acerque a las aguas subterráneas el espacio se ocupa con especies arbóreas de ribera, principalmente taray (Tamarix canariensis) [foto], pero también Tamarix africanaTamarix gallica, álamo blanco (Populus alba) y chopo negro (Populus nigra) que se acompañan de herbáceas como abejera (Anchusa undulata) [foto], draba (Cardaria draba), cardo borriquero (Carduus bourgeanus) [foto], cicuta (Conium maculatum), altabaca (Dittrichia viscosa), junco de churrero (Scirpoides holoschoenus), cardo mariano (Silybum marianum)... Incluso en determinadas ocasiones se corta el acuífero y en esos cosos se forman diminutas lagunas rodeadas de carrizo (Phragmites australis) y de las especies leñosas citadas anteriormente.





Otras plantas más o menos comunes por la zona que tienen preferencia por estos sustratos arenosos son: ajonje (Andryala ragusina), polígono trepador (Fallopia convolvulus) [foto], hierba enana (Mibora minima), Plantago bellardii, prolóngoa (Prolongoa hispanica), Psilurus incurvus [foto], acedera morisca (Rumex roseus), mejorana (Thymus mastichina)... Y cuando reciben la influencia de las margas, yesos y arcillas de las laderas: ojo de buey (Asteriscus aquaticus), sisallo rojo (Bassia prostrata), carra (Mercurialis tomentosa), sisallo (Salsola vermiculata), rabanillo (Sisymbrium crassifolium)...




Además, en los barbechos, baldíos, cunetas, caminos y campos abiertos donde en general se da un grado de nitrofilia mayor se pueden encontrar:
Murajes (Anagallis arvensis)
Lengua de buey (Anchusa aurea)
Arenaria serpyllifolia
Lanudita (Bombycilaena discolor)
Sofía (Descurainia sophia)
Jaramago (Diplotaxis virgata)
Pepinillo del diablo (Ecballium elaterium)
Alfileres (Erodium cicutarium)
Euphorbia matritensis [foto]
Palomilla menuda (Fumaria parviflora) [foto]
Pamplina (Hypecoum imberbe)
Marrubio (Marrubium vulgare)
Nonea micrantha [foto]
Amapola (Papaver rhoeas)
Adormidera (Papaver somniferum)
Farolillo (Reseda phyteuma
Rabo de zorra (Rostraria cristata)
Ruda montesina (Ruta montana)
Jaramago raspado (Sisymbrium runcinatum)
Arenaria roja (Spergularia rubra) [foto]





Otra variable importante que influye en el desarrollo de la vegetación es el periodo de abandono que presentan los diferentes emplazamientos. Así se observa que los de suelo menos removido y con un cierto grado de estabilidad acogen tomillares de Thymus zygis [foto] salpicados de retamas (Retama sphaerocarpa) que pueden llevar esparto (Macrochloa tenacissima), pimpinela (Sanguisorba verrucosa), Stipa parviflora, zumillo (Thapsia villosa)... En términos de dinámica vegetal estas humildes formaciones de plantas leñosas representan una de las primeras fases de la recuperación natural del entorno, si bien esta tiene lugar a un ritmo muy lento debido a la aridez ambiental reinante.


En contra de lo que podría parecer este alterado entorno no carece de valores faunísticos; al contrario, las poblaciones de conejos (Oryctolagus cuniculus) son bastante boyantes y también hay presencia de diferentes especies de reptiles: culebra de escalera (Rhinechis scalaris), lagarto ocelado (Timon lepidus) y lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) [foto], una especie esta última muy vinculada a espacios arenosos y por tanto bastante común aquí.


De la misma manera, las aves también son muy abundantes en la zona debido a la diversidad de hábitats existentes; además de los referidos hasta ahora añádanse cantiles, pinares de Pinus halepensis, sotos, pastizales de vega, arboledas y casas de campo dispersas. Tampoco se puede descartar que la abundancia de la avifauna esté relacionada con la pertenencia de este territorio al Parque Regional del Sureste, aunque tradicionalmente esta ha sido siempre una zona rica en aves. Las especies vinculadas a los espacios relacionados con antiguas extracciones de áridos (desmontes, cortados, baldíos, caminos, casas abandonadas, tarayales y otras arboledas dispersas) que se detectan a lo largo del recorrido son:

Perdiz roja (Alectoris rufa) 2
Águila calzada (Aquila pennata) 3
Milano negro (Milvus migrans) 100
Ratonero común (Buteo buteo) 2
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) 1
Paloma torcaz (Columba palumbus) 30
Tórtola común (Streptopelia turtur) 3
Mochuelo (Athene noctua) 1
Vencejo común (Apus apus) 100
Abubilla (Upupa epops) 10
Abejaruco (Merops apiaster) 30
Pito real (Picus viridis) 4
Cogujada montesina (Galerida theklae) 4
Avión zapador (Riparia riparia) 15
Golondrina común (Hirundo rustica) 50
Curruca mirlona (Sylvia hortensis) 4
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) 5
Curruca tomillera (Sylvia conspicillata) 3
Zarcero común (Hippolais polyglotta) 2
Carbonero común (Parus major) 5
Pájaro moscón (Remiz pendulinus) 5
Alcaudón común (Lanius senator) 2
Urraca (Pica pica) 25
Estornino negro (Sturnus unicolor) 100
Gorrión común (Passer domesticus) 30
Gorrión molinero (Passer montanus) 15
Gorrión chillón (Petronia petronia) 2
Pardillo (Carduelis cannabina) 5
Jilguero (Carduelis carduelis) 20
Verderón común (Chloris chloris) 20
Verdecillo (Serinus serinus) 20
Triguero (Emberiza calandra) 2

En este listado se dan unas cantidades estimativas del número de ejemplares detectados durante la jornada -también en otros hábitats- para dar idea de la abundancia de aves de la zona. Además, en otros medios ecológicos atravesados a lo largo del recorrido, como pinares, cultivos, pastizales ganaderos, sotos y el río, se han detectado:

Ánade azulón (Anas platyrhynchos) 20
Ánade friso (Anas strepera) 1
Garcilla bueyera (Bubulcus ibis) 25
Garza real (Ardea cinerea) 2
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) 120
Polla de agua (Gallinula chloropus) 2
Cigüeñuela (Himantopus himantopus) 2
Gaviota sombría (Larus fuscus) 1
Paloma zurita (Columba oenas) 40
Tórtola turca (Streptopelia decaocto) 1
Cogujada común (Galerida cristata) 20
Golondrina dáurica (Cecropis daurica) 6
Lavandera blanca (Motacilla alba) 1
Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) 5
Mirlo común (Turdus merula) 2
Buitrón (Cisticola juncidis) 10
Ruiseñor bastardo (Cettia cetti) 5
Chochín (Troglodytes troglodytes) 1
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) 1
Agateador común (Certhia brachydactyla) 3
Chova piquiroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) 3
Gorrión moruno (Passer hispaniolensis) 20
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) 10
Piquituerto (Loxia curvirostra) 3

En esta época del año la mayoría de los pájaros (paseriformes) que se encuentran por la zona, al igual que gran parte del resto de las aves, están criando y a algunos de ellos se les ve, afanosos, llevando invertebrados a sus pollos. Excepto en las horas centrales del día se escuchan sus cantos continuamente.

martes, 11 de abril de 2017

Anuncio excursión naturalista. Villalbilla-Anchuelo (M)


El domingo, 23 de abril, vamos a hacer una excursión desde Villalbilla (calle Santolina, urbanización Valdeláguila-El Robledal) a Anchuelo. En contra de lo que veníamos haciendo hasta ahora, vamos a quedar en el punto de arranque de la actividad para dar más agilidad al asunto. Empezaremos la excursión de 10,00 a 10,15. El lugar de encuentro se puede ver en las imágenes que acompañan a este texto: un plano general de situación y una fotografía aérea con la indicación del recorrido, por si hay quien se retrase o se quiera incorporar más tarde.


Si alguien no se orienta: desde Madrid, tomar la autovía de Barcelona N-II hasta Alcalá de Henares (km 24-24). Tomar el desvío que sube hasta El Gurugú (M-300) y continuar después hasta Villalbilla. Justo antes de entrar en el pueblo tomar la desviación que sale a mano izquierda hasta el final de la calle Santolina (urbanización Valdeláguila-El Robledal) hasta el punto de encuentro, donde se puede aparcar bien. 
Coordenadas: UTM 30N 47579 44772
40º 26' 43''N, -3º 17' 7''W
El interés de la excursión abarca lo paisajístico, lo botánico y lo ornitológico. Caminaremos por matorrales de romero, coscoja y esparto, veremos un bosquete de quejigos, flores de multitud de plantas, observaremos aves propias de medios abiertos y tendremos unas buenas vistas del valle del Anchuelo. Como en anteriores ocasiones, el autor de este blog irá haciendo comentarios sobre los aspectos que parezcan de interés o que vayan surgiendo, y las aportaciones de los participantes nos enriquecerán a todos. Comeremos en el campo y acabaremos por la tarde.
Esta es una actividad gratuita y abierta a todas las personas que deseen acudir al evento; un encuentro de amigos para pasar una jornada relajada y en contacto con la naturaleza. Por eso se declina cualquier responsabilidad ante eventuales percances que pudieran ocurrir. No se trata de ninguna marcha deportiva, ni de hacer ningún record; es un tranquilo paseo naturalista por el campo sin gran dificultad, más allá de alguna que otra cuesta. 
No es que tengamos nada contra los animales domésticos, pero preferimos que no vengan perros por las posibles molestias que pudieran ocasionar al resto de los asistentes. Gracias 

lunes, 27 de febrero de 2017

San Agustín de Guadalix (M). 25-2-2017 // 700 m


En este periodo del año, multitud de aves que han pasado el invierno en la cuenca mediterránea regresan a sus lugares de cría, fundamentalmente centroeuropeos, y en este sentido se perciben movimientos de mayor o menor intensidad según las especies. Esta circunstancia determina
que las prospecciones ornitológicas durante los próximos meses sean muy entretenidas e interesantes por la extraordinaria cantidad de individuos que atraviesan el territorio: primeramente los invernantes mediterráneos y a partir de abril y durante todo el mes de mayo los migrantes transaharianos. En este sentido, es recomendable no tener lejos los prismáticos durante los próximos meses porque en cualquier momento y en cualquier entorno se pueden presentar inesperadas observaciones.
Hacemos un recorrido de varias horas por las inmediaciones de una cañada que discurre al oeste del casco urbano, atravesando un hábitat muy fragmentado y con caserío disperso. Caminamos entre encinares y enebrales aclarados, densos matorrales, roquedos, baldíos, discretos sotos y campos de cultivo abandonados con diferentes frutales entre los que destacan los almendros (Prunus dulcis) ya cubiertos de flores y bastante concurridos de abejas (Apis mellifera) y alguna Xylocopa violacea.
Pero mientras muchas aves se encuentran en pleno viaje migratorio hay otras (algunas tan solo determinadas poblaciones) que comienzan ahora con su periodo de reproducción. Algunas especies han empezado a cantar recientemente: pinzones, currucas capirotadas, currucas rabilargas, herrerillos, reyezuelos listados... y otras como el mito están empezando a recoger materiales con los que hacer sus nidos o los han ocupado ya y se pueden observar sus cópulas, como en el caso de las cigüeñas.
Las observaciones de la jornada arrojan 47 especies de aves, pero lo que más llama la atención es el impresionante paso de más de 21000 grullas que se describe al final de esta entrada. A modo de referencia se dan unos datos aproximados del numero de ejemplares observados para cada especie; asimismo se indica si se han escuchado cantos (c) o si se han observado solo grupos en vuelo y por tandas (v) lo que permite intuir que se encontraban en viaje migratorio:

Perdiz roja (Alectoris rufa) 1
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) 1
Buitre leonado (Gyps fulvus) 20
Buitre negro (Aegypius monachus) 6
Águila imperial (Aquila adalberti)
Milano real (Milvus milvus) 3
Ratonero común (Buteo buteo) 4
Azor (Accipiter gentilis)
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) 1
Grulla común (Grus grus) 21700 v
Gaviota sombría (Larus fuscus) 5 v
Paloma torcaz (Columba palumbus) 60
Tórtola turca (Streptopelia decaocto) 1
Abubilla (Upupa epops) 1
Pito real (Picus viridis) 2
Pico picapinos (Dendrocopos major) 2
Pico menor (Dendrocopos minor) 1
Alondra común (Alauda arvensis) 3 v
Totovía (Lullula arborea) 10
Golondrina común (Hirundo rustica) 4 v
Avión común (Delichon urbicum) 6 v
Petirrojo (Erithacus rubecula) 5 c
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochuros) 2 c
Mirlo común (Turdus merula) 3
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) 5 c
Curruca rabilarga (Sylvia undata) 2 c
Mosquitero común (Phylloscopus collybita) 4
Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) 3 c
Chochín (Troglodytes troglodytes) 1
Carbonero común (Parus major) 3 c
Carbonero garrapinos (Periparus ater) 1 c
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) 7 c
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) 3
Mito (Aegithalos caudatus) 2
Agateador común (Certhia brachydactyla) 3
Rabilargo (Cyanopica cooki) 30
Urraca (Pica pica) 5
Corneja negra (Corvus corone) 1
Cuervo (Corvus corax) 2
Estornino negro (Sturnus unicolor) 15
Gorrión común (Passer domesticus) 50
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) 10 c
Jilguero (Carduelis carduelis) 5
Verderón común (Chloris chloris) 1
Verdecillo (Serinus serinus) 5 c
Picogordo (Coccothraustes coccothraustes) 1
Escribano soteño (Emberiza cirlus) 1 c

A partir de las 12,30 hora solar (13,30 h. oficial) se empiezan a escuchar los primeros bandos de grullas constituidos por grupos de alrededor de 150 individuos. Y como se detecta un flujo de aves muy superior al normal decidimos iniciar un conteo, si se quiere grosero, anotando grupos de cien en cien que acaban sumando 21700 grullas. El conteo se prolonga hasta las 15,00 h.s (16,00 h.o.) cuando lo tenemos que dejar para atender a otras obligaciones, en una fase en la que remiten decididamente la frecuencia de los grupos y el número de individuos. Las grullas se dirigen invariablemente hacia el este-noreste, aunque de vez en cuando inexplicablemente algún ejemplar "despistado" vuela en dirección contraria. 
El flujo, siempre muy escandaloso, en su periodo álgido, se presenta mediante grupos seguidos que alcanzan los 500-1000 ejemplares abarcando un frente bastante amplio. Muy frecuentemente se observan indecisiones en las que los bandos pierden su forma de uve característica para enzarzarse en espirales que duran varios minutos. También se aprecia un claro desplazamiento del flujo hacia el sur durante las dos horas y media que dura la observación; comienza rozando la vertiente sur del cerro de San Pedro y acaba pasando por la vertical del Soto de Viñuelas, al norte de la capital.

sábado, 4 de febrero de 2017

Presentación del libro "Flora de Madrid" en el Jardín Botánico de Madrid


Hola amigos:
Os comunico que el jueves, día 9 de febrero, a las 18,00 haré la presentación del libro "Flora de Madrid" que he editado recientemente. El acto tendrá lugar en el salón de actos del Jardín Botánico de Madrid, al que se accede desde la Cuesta de Moyano.
Como es habitual en este tipo de eventos, se hará un repaso por los aspectos más relevantes que han tenido que ver con el proceso de elaboración del libro y se darán consejos sobre su manejo. Asimismo se responderá a las preguntas que el público tenga a  bien formular.
Estaré encantado de contar con vuestra presencia. No se necesita invitación.
Indicar también que habrá ejemplares del libro por si hubiera interés en adquirirlo.



Tenéis una reseña del libro en el siguiente enlace:

miércoles, 11 de enero de 2017

Excursión naturalista. Guadalix de la Sierra, embalse de Pedrezuela (M). 21-1-2017 // 850 m




Nos reunimos un grupo de más de 30 personas con el fin de recorrer el afloramiento calizo que asoma entre la masa de agua principal del embalse y la ramificación que genera la desembocadura del arroyo Albalá en el mismo. La excursión dura unas ocho horas y, en contra de lo que todos preveíamos, tenemos un tiempo bastante bueno.



En el entorno de la sierra de Guadarrama, donde los materiales rocosos son de naturaleza predominantemente silícea, los escasos enclaves calizos representan singularidades que amplían la biodiversidad y a la vez ofrecen información sobre la historia geológica del territorio.
La zona caliza que visitamos se formó en el período Cretácico superior, durante el cual una importante transgresión marina dejó bajo las aguas una buena parte de lo que actualmente constituye el territorio madrileño; anteriormente se habían producido ya entradas y retiradas de las aguas, pero ninguna tuvo incidencia aquí. A consecuencia de la precipitación del carbonato cálcico de las aguas en ese periodo se acumularon los espesores de calizas y dolomías que hoy se ven, en un ambiente tropical y de plataforma continental poco profunda cuya mayor expresión se encuentra cuanto más hacia el este (zona de Patones y sobre todo en el Sistema Ibérico). Tras los levantamientos y hundimientos generados a consecuencia de los empujes transmitidos durante la Orogenia Alpina dichos sedimentos se plegaron y posteriormente fueron erosionados, de tal forma que estos afloramientos calizos aparecen en la sierra madrileña de forma discontinua, al pie de ciertas elevaciones montañosas y en algunas fosas tectónicas (zonas hundidas), como testigos de la cobertera sedimentaria que cubrió buena parte del Guadarrama antes de los referidos esfuerzos tectónicos.




La peculiaridad de este sustrato rocoso se pone enseguida de manifiesto con la presencia de un interesante bosquete de quejigos (Quercus faginea), en una ladera orientada hacia el norte. Su estrato arbustivo está formado por aligustre (Ligustrum vulgare), madreselva (Lonicera etrusca), torvisco (Daphne gnidium), enebro de la miera (Juniperus oxycedrus), esparraguera (Asparagus acutifolius), rubia silvestre (Rubia peregrina)… En los huecos de esta formación forestal encontramos tomillares de Thymus zygis con lino blanco (Linum suffruticosum), candilera (Phlomis lychnitis) y heliántemo ceniciento (Helianthemun cinereum); también fenalares de Brachypodium retusum y además pastizales con cuchara de pastor (Rhaponticum coniferum), lobillo (Thesium humifusum), hierba del ermitaño (Geum sylvaticum), Margotia gummifera, Carex hallerana, dáctilo (Dactylis glomerata)…
En los arcenes del camino principal y en aquellas zonas donde tiene acceso el ganado encontramos plantas de afinidad nitrófila, como geranio muelle (Geranium molle), hierba de san Roberto (Geranium robertianum), ardivieja (Helianthemum ledifolium), Bituminaria bituminosa, trébol de hoja estrecha (Trifolium angustifolium) gordolobo (Verbascum pulverulentum), escobilla parda (Artemisia campestris), cardo cuco (Picnomon acarna), cardo borriquero (Onopordum illyricum), cabeza de medusa (Taeniatherum caput-medusae), viborera (Echium asperrimum), marrubio (Marrubium vulgare)... 




Es curioso observar en esta antigua carretera, actualmente abandonada, cómo la vegetación, de forma espontánea, va recuperando el espacio perdido absorbiendo el asfalto; cómo un espacio aparentemente estéril es reconducido de nuevo al ámbito de los ciclos naturales.
Entre el roquedo calizo se reconocen: uña de gato (Sedum sediforme), té de roca (Chiliadenus glutinosus), espino negro (Rhamnus lycioides), un par de especies de Fumana... Como se ve, los inventarios que hacemos son un tanto superficiales, y es que la época del año no es muy propicia.




A medida que avanza el recorrido y debido a la orografía del terreno (los estratos calizos no están horizontales sino basculados) vamos observando que atravesamos niveles del conjunto pétreo cada vez más profundos, es decir más antiguos, hasta llegar al nivel basal de la serie que está formado por materiales arenosos. Estos corresponden a depósitos no marinos sedimentados en medios fluviales o mareales, y por tanto depositados “justo” en el periodo previo a la transgresión marina comentada anteriormente que inundó todo este territorio; es como si tocásemos las arenas litorales de un antiguo mar. Entonces, ¿qué queda todavía ladera abajo? Efectivamente, descendemos unos metros y enseguida topamos con los afloramientos de esquistos de origen preordovícico; éstos, junto con otros materiales, conformarían el antiguo relieve del Macizo Hespérico, ya muy erosionado, cuya superficie fue cubierta por las aguas.
Son estos esquistos rocas de gran belleza por su brillante bandeado, a menudo provisto de micropliegues, que se acrecienta aún más con los frecuentes diques  de cuarzo y otros pegmatíticos que atraviesan el roquedo metamórfico. En estos últimos se distinguen claramente buenos cristales de cuarzo, feldespato, moscovita y turmalina.




Todos estos minerales junto a los que componen los esquistos están constituidos por diferentes silicatos que otorgan al suelo una reacción ácida, en sentido amplio, de modo que el interés de esta zona de contacto reside en que actualmente y a muy pocos metros de distancia se encuentran por un lado la flora calcícola o al menos de carácter basófilo y por otro la silicícola, muy bien representada aquí por especies como la jara pringosa (Cistus ladanifer), el cantueso (Lavandula pedunculata) o la mejorana (Thymus mastichina).
La ladera orientada hacia el sur y sustrato silíceo por la que acabamos caminando está ocupada por un encinar (Quercus rotundifolia) con enebros (Juniperus oxycedrus), cuyo subvuelo cuenta con retama negra (Cytisus scoparius), retama (Retama sphaerocarpa), majuelo (Crataegus monogyna), jazmín silvestre (Jasminum fruticans)... Se trata de una masa forestal de buena extensión en la que a menudo destacan manchas de los marcescentes quejigos entre la vegetación esclerófila; encinares de no fácil acceso que conectan con la dehesa de Moncalvillo.




Uno de los atractivos de la excursión consiste en el valor paisajístico de la zona, pues en uno u otro momento se divisan el cerro de San Pedro, la Pedriza del Manzanares, la sierra de La Morcuera, el entorno de Mondalindo, la sierra de la Cabrera y diferentes alturas de la sierra del Rincón. Dicho valor se realza todavía con las vistas del embalse de Pedrezuela.
Un embalse siempre genera en sus orillas condiciones ambientales diferentes a las de los ambientes esclerófilos dominantes. La proximidad del nivel freático a la superficie del terreno condiciona el asentamiento de una vegetación no vinculada al agua procedente de las precipitaciones como es la de los interfluvios contiguos. Aunque la vegetación potencial de estos espacios de fondo de valle es la fresneda de rampa, la elevada alteración que domina el medio solo permite la presencia de masas de junco de churrero (Scirpoides holoschoenus) y pastizales de diferentes características según el grado de humedad edáfica (vallicares, trebolares, otros de carácter anfibio…). A menudo son también frecuentes ejemplares dispersos de fresno (Fraxinus angustifolius), chopo negro (Populus nigra), higuera (Ficus carica), sargas, rosales silvestres, zarzas. En una orilla de suelo rocoso encontramos: grama (Cynodon dactylon), borrosa (Laphangium luteoalbum), matapulgas (Pulicaria arabica) y verbena menor (Verbena supina).
Así como las plantas se acomodan a los diferentes factores ambientales del medio, las aves también aprovechan la variedad de hábitats mostrando una significativa diversidad. En las excursiones, los grupos numerosos dificultan la observación de aves, pero aun así a lo largo del recorrido atravesamos bosques, matorrales, pastizales y zonas húmedas que permiten el contacto con un buen número de especies. Las que anotamos son:
Ánade azulón (Anas platyrhynchos)
Ánade friso (Anas strepera)
Pato cuchara (Anas clypeata)
Cerceta común (Anas crecca)
Porrón común (Aythya ferina)
Porrón moñudo (Aythya fuligula)
Somormujo lavanco (Podiceps cristatus)
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo)
Garceta grande (Casmerodius albus)
Garza real (Ardea cinerea)
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
Buitre leonado (Gyps fulvus)
Buitre negro (Aegypius monachus)
Milano real (Milvus milvus)
Focha común (Fulica atra)
Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus)
Gaviota sombría (Larus fuscus)
Paloma torcaz (Columba palumbus)
Martín pescador (Alcedo atthis)
Bisbita común (Anthus pratensis)
Lavandera blanca (Motacilla alba)
Acentor común (Prunella modularis)
Petirrojo (Erithacus rubecula)
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochuros)
Zorzal charlo (Turdus viscivorus)
Mirlo común (Turdus merula)
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)
Mosquitero común (Phylloscopus collybita)
Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla)
Chochín (Troglodytes troglodytes)
Carbonero común (Parus major)
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus)
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)
Mito (Aegithalos caudatus)
Urraca (Pica pica)
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
Verdecillo (Serinus serinus)
Escribano montesino (Emberiza cia)