Con el pretexto de realizar la ruta geológica transpirenaica que discurre entre Murillo de Gállego (España) y Bel Air (Francia) nos acercamos al Pirineo a disfrutar de uno de sus mejores momentos, sobre todo desde el punto de vista del paisaje y de la flora (al final nos entretenemos con las plantas y sólo vemos la mitad de la ruta). El primer punto empieza fuerte: los Mallos de Riglos.
El recorrido geológico atraviesa toda la cadena montañosa (unos 250 Km) y es de gran interés por la gran cantidad de puntos de información (25 entre los españoles y los franceses), donde se explican, por medio de paneles, diferentes aspectos de la geología de la zona. La iniciativa es admirable desde todos los puntos de vista. Primero por aunar los esfuerzos de dos países en divulgar temas de naturaleza tan arduos como éste, también por el alarde editorial realizado al presentar gran cantidad de esquemas, mapas y fotografías, y finalmente por las sencillas explicaciones en ambos idiomas que animan a profundizar en ese complicado mundo en el que se juega continuamente con el espacio y el tiempo. La ruta geológica transpirenaica está colgada en internet y desde aquí animamos a los lectores de este blog a visitarla. Dado que no podemos entretenernos en dar detalles del conjunto de la excursión, decidimos centrarnos en la sierra de San Juan de la Peña para hacer algunos comentarios y mostrar unas fotos. Lo primero que llama la atención cuando nos acercamos a San Juan de la Peña son los desniveles de sus moles rocosas constituidas por conglomerados. De hecho el monasterio viejo está ubicado al abrigo de uno de ellos, afectado en su base por un proceso erosivo cuaternario.
Estos espectaculares depósitos se formaron durante el Oligoceno, a partir de materiales procedentes del desmantelamiento del relieve pirenaico, mientras éste se elevaba. La colisión de las placas Ibérica y Europea dió lugar al levantamiento de los Pirineos (desde el Eoceno Inferior) (Orogenia Alpina) a causa de la compresión local de los materiales que se habían sedimentado en una cuenca marina preexistente y de otros originados anteriormente (Carbonífero, Pérmico, etc). Si observamos detenidamente la constitución de estos conglomerados enseguida se aprecia la presencia de grandes cantos rodados de diferente aspecto y tamaño, lo que denuncia procedencias dispares. Unos son de naturaleza caliza, otros están formados por areniscas y en general todos se encuentran empastados por una matriz anaranjada cuya composición y origen es igual que la de los cantos.
Según se sube al monasterio desde la Santa Cruz de la Serós se atraviesa una densa formación forestal constituida por un variado plantel de especies arbóreas. La orientación hacia el norte de la ladera que visitamos propicia la llegada de vientos atlánticos cargados de humedad y ello permite la implantación de una vegetación de tipo eurosiberiano, diferente a la que aparece en las vertientes de solana. Las principales especies leñosas que observamos son las siguientes: Abeto (Abies alba) Arce menor (Acer campester) Acirón (Acer opalus) Guillomo (Amelanchier ovalis) Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi) Boj (Buxus sempervirens) Avellano (Corylus avellana) Rubiana redonda (Cytisophyllum sessilifolium) FL (foto 1) Erizón (Echinospartum horridum) FL (foto 5) Haya (Fagus sylvatica) (foto 2) Fresno (Fraxinus excelsior) Aulaga (Genista scorpius) Acebo (Ilex aquifolium) Enebro común (Juniperus communis) Garbancillera (Ononis fruticosa) FL, en niveles bajos (foto 3) Pino albar (Pinus sylvestris) Álamo temblón (Populus tremula) Cerezo (Prunus avium) Quejigo (Quercus cerrioides) (foto 4) Rusco (Ruscus aculeatus) Sarga (Salix elaeagnus) Mostajo (Sorbus aria) Tilo (género Tilia)
Entre los que más llaman nuestra atención por no estar familiarizados con ellos se encuentran: la rubiana, que es una leguminosa arbustiva cuyo ámbito en la Península se circunscribe al cuadrante noroeste, la garbancillera, otra leguminosa arbustiva que florece generosamente por toda la Canal de Berdún, el quejigo, al encontrarse dentro de ese complicado grupo de robles marcescentes en el que entran Quercus faginea, Q. canariensis y Q. humilis (llamado por algunos Q. pubescens) y el almohadillado erizón que empieza a teñir de amarillo numerosos montes de la provincia (foto 5, tomada en el puerto de Monrepós).
Numerosas plantas herbáceas florecen aquí en esta época del año. Algunas de las más llamativas son las siguientes: Anthericum liliago Antirrhinum majus (foto 6) Aquilegia vulgaris (foto 7) Campanula speciosa (foto 8) Gymnadenia conopsea (foto 9) Helianthemum nummularium (foto 10) Melittis melissophyllum Phyteuma ovatum (foto 11) Platanthera chlorantha (foto 12) Ramonda myconi (foto 13) Y la impresionante Saxifraga longifolia (foto 14) que surge vistosísima entre el roquedo, si bien en cuanto el escapo floral adquiere cierto tamaño languidece y se tumba.
Otra herbácea en flor de interés es Petrocoptis hispanica (foto 15), una de esas cariofiláceas de flor blanca a la que no prestaríamos atención si no fuera porque salpica generosamente (foto 16) uno de los paramentos exteriores del monasterio viejo al que tenemos tanto aprecio.
Según se circula por la autovía A-II, a la altura de Alcolea del Pinar, llama la atención la intensa floración de Genista pumila, una leguminosa leñosa de porte muy bajo que adapta su estructura al recio clima invernal de estas parameras calizas del centro de la península, donde el hombre del tiempo, en esas fechas, siempre avisa de hielos, nevadas y celliscas. La aulaga enana o escambrón, como se denomina normalmente a esta planta es un prodigio de adaptación al duro clima continental de esta zona de la península. Su porte almohadillado característico de las plantas que viven en zonas ventosas, sus diminutas hojas prontamente caedizas para disminuir las perdidas estivales de agua y sus flores vellosillas, así lo indican. La Genista pumila es un endemismo de la península Ibérica; es decir, no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Presenta dos subespecies, la nominal (pumila) y otra denominada rigidissima que es la que vive aquí. Ésta se puede encontrar en Castellón, Cuenca, Guadalajara, Soria, Teruel, Zaragoza y de forma extraordinariamente localizada en Madrid. ¿Que dónde se puede encontrar en Madrid? En el término de Villarejo de Salvanés ¿Dónde? Como no podía ser de otra forma junto al vertedero del pueblo. Ahí encontramos este pequeño tesoro rodeado de plásticos y restos de todo tipo. Nos preguntamos, cuando se hizo el estudio de impacto de esta infraestructura, si no encontraron un lugar mejor para instalarlo. ¡Qué interesante, una planta que denuncia en Madrid un lugar con un clima similar al de las parameras ibéricas y qué poco apreciada! Para mostrar la belleza de esta planta a nuestros lectores hacemos un alto en el camino y tomamos algunas fotos.
Nos reunimos un grupo de personas para visitar este espacio colindante con La Pedriza de Manzanares y disfrutar de sus valores paisajísticos y biológicos. El tiempo no acompaña mucho porque está muy nublado y hace fresco; incluso nos cae algún chaparrón que no impide el desarrollo de la visita. Precisamente gracias a la ausencia de calor tenemos la oportunidad de poder contemplar de cerca algunos insectos sin apenas actividad que de otra forma posiblemente no nos habrían dejado acercarnos tanto. Observamos de cerca un par de especies de gran belleza pertenecientes al orden de los neurópteros: un Libelloides hispanicus (foto 1) y una Nemoptera bipennis (N.coa?) de la que mostramos aquí una foto tomada por un asistente a la excursión y que nos ofrece amablemente (foto 2). Este orden de insectos engloba también a crisopas y hormigas león, y se caracteriza por tener larvas que depredan a otros insectos; a menudo los adultos también son depredadores.
A lo largo del recorrido atravesamos distintos tipos de hábitats: melojares (Quercus pyrenaica); jarales (Cistus ladanifer FL y C. laurifolius); fragmentos de encinar (Quercus ilex) con enebros (Juniperus oxycedrus); pinares de repoblación (Pinus sylvestris FL y P. nigra); sotillos con sargas negras, arraclanes y brezos (Salix atrocinerea, Frangula alnus FL y Erica arborea); cunetas; pastizales; etc, lo que determina la presencia de una buena cantidad de plantas. A lo lejos, en las cotas más altas, cuando abren las nubes, se pueden ver las laderas cubiertas de amarillo, por la floración de los piornos (Cytisus oromediterraneus). Dado que las comunidades forestales presentan situaciones poco maduras, las comunidades más frecuentes están constituidas por matorrales de degradación en cuyos claros proliferan numerosas plantas herbáceas en el momento álgido de su periodo floral (foto 3).
Las especies leñosas, no citadas hasta ahora, que encontramos a lo largo de la jornada son: Acer monspessulanum (arce de Montpelier) Adenocarpus complicatus FL (codeso) Crataegus monogyna (majuelo) Cytisus scoparius FL (foto 4) (escoba negra) Daphne gnidium (torvisco) Fraxinus angustifolia (fresno) Genista cinerea subsp. cinerascens FL (hiniesta) Genista florida, primeras flores (retama blanca) Helianthemum apenninum FL (perdiguera) Juniperus communis subsp. alpina = J.c. subsp nana (jabino) Juniperus communis subsp hemisphaerica (enebro común) Lavandula pedunculata FL (cantueso) Rosa micrantha FL (rosal silvestre) Thymus mastichina FL (mejorana) Thymus zygis FL (tomillo salsero)
En esta época del año florecen los rosales silvestres que enseguida reclaman nuestra atención. Como nos entretenemos un rato reconociendo los caracteres que diferencian a las distintas especies y quedan algunas dudas en el aire quedamos con los asistentes a la excursión en ofrecer en la siguiente entrada de blog una clave abreviada para distinguir los más habituales. Primeramente indicar que para identificar estas plantas no es necesario reparar en los rasgos de sus flores sino en otros que se pueden ver en el dibujo adjunto (sus rasgos corresponden a una Rosa micrantha). De esta manera, desde ahora hasta el invierno, cuando desaparecen sus fructificaciones, se pueden reconocer bien. También señalar que la clave funciona excepto en los ambientes eurosiberianos y que en algunos casos se presentan dificultades añadidas a consecuencia de las frecuentes hibridaciones.
En la Comunidad de Madrid hay 8 especies de rosas (agrestis, arvensis, canina, micrantha, pouzinii, rubiginosa, tomentosa y villosa) de las cuales hay cuatro que son las que se encuentran en la mayoría de los casos y que son las que se van a comentar aquí. Lo primero en lo que hay que fijarse es si en en el envés de sus foliolos tienen glándulas o no; unas diminutas bolitas aromáticas de color rojizo o amarillento que aunque a veces se ven a simple vista al principio conviene buscar con una lupa. Si tienen glándulas en el envés: -Sépalos de dorso glanduloso, pedicelos glandulosos, folíolos de base redondeada: Rosa micrantha -Sépalos de dorso no glanduloso, pedicelos lisos, folíolos con base en forma de cuña: Rosa agrestis Si no tienen glándulas en el envés: -Folíolos con denticulación compuesta y glandulosa, estípulas de las hojas superiores de 8-11 (12) mm, pedicelos glandulosos: Rosa pouzinii -Foliolos con denticulación simple o compuesta y sin glándulas, estípulas de las hojas superiores de (12) 15-20 mm, pedicelos glandulosos o no: Rosa canina Además, Rosa canina presenta en Madrid 6 o 7 formas de las que podemos resaltar las más comunes: Rosa canina: sin pelos, denticulación simple, pedicelos sin glándulas Rosa squarrosa: sin pelos, denticulación doble, pedicelos sin glándulas Rosa corymbifera: tomentosa, denticulación simple, pedicelos sin glándulas Pues bien de una forma un poco grosera con esto se puede ir tirando para reconocer las más habituales. Como somos un grupo bastante numeroso las observaciones de aves se vuelven complicadas, de modo que el listado que ofrecemos a continuación tiene que ver principalmente con las especies que se han ido escuchando a lo largo de la jornada. Buitre leonado Águila culebrera Ratonero común Paloma torcaz Vencejo común Avión roquero Golondrina común Chochín Acentor común Petirrojo Colirrojo tizón Tarabilla común Mirlo común Zorzal común Zorzal charlo Zarcero común Curruca mirlona Curruca mosquitera Curruca capirotada Mosquitero papialbo Reyezuelo listado Mito Hererillo capuchino Alcaudón real Arrendajo Rabilargo Urraca Pinzón vulgar Verdecillo Verderón común Pardillo común Escribano soteño Triguero En la iglesia del pueblo de Soto del Real los nidos de cigüeña blanca se encuentran aún ocupados por pollos que están a punto de volar. Me imagino que si hubiésemos dedicado un rato a observarlas habríamos visto ya algún joven lanzándose a volar. ¡Qué momento!
El objetivo de la excursión de hoy va dirigido a tomar fotografías a una vistosa planta que es rara en la Comunidad de Madrid, si exceptuamos un pequeño triangulo comprendido entre los términos de Torrelaguna, Venturada y el Vellón. Se trata de Echium boissieri (foto 1 y 2), una boráginácea bianual, de más de dos metros de altura, con una hermosa roseta de hojas basales (foto 3), dedicada al eminente botánico ginebrino Pierre Edmond Boissier que herborizó por el sur de la península allá por 1837.
La pequeña población que conocemos en Los Cotos de Monterrey aún no ha florecido, así que probamos fortuna en otra más numerosa que se extiende a lo largo de la carretera que comunica Torrelaguna con el Vellón. A medida que avanzamos con el coche nos echamos a temblar al comprobar que alguien ha tenido la descabellada idea de limpiar los arcenes y ha destruido decenas si no centenares de ejemplares (foto 4). Afortunadamente bastantes plantas que viven algo más retiradas del arcén han permanecido indemnes y al menos en esta ocasión la población se ha salvado (foto 5).
Es imprescindible que las autoridades locales conozcan los valores naturales de los territorios que gestionan porque el desconocimiento sólo puede engendrar destrucción. El patrimonio biológico al igual que el cultural tiene que ser respetado, ya sea por su valor intrínseco, por el turístico o simplemente para que nuestros nietos no se refieran a nosotros como esos entrañables catetos que nos precedieron destruyendo sin sentido. Volviendo a la zona a la que hace referencia esta entrada, comentar primeramente el interés del sustrato en el que se asienta, un afloramiento calcáreo constituido por calizas que sedimentaron en ambiente marino a finales del Cretácico, diferentes por tanto en cuanto al origen de las calizas que se encuentran en el sureste madrileño que se formaron en el Mioceno, en ambiente lacustre. La presencia de estos terrenos de composición calcárea en un ambiente eminentemente silíceo, como el de la sierra, promueve un aumento de biodiversidad, al sumarse a la flora de preferencias silicícolas, plantas basófilas que penetran en el territorio de la mano de estos sustratos. Las plantas que encontramos pues a lo largo de la jornada son prácticamente las mismas que encontraríamos en un paseo por las zonas de suelo básico del sureste madrileño. La ladera por la que caminamos es un quejigar de Quercus faginea que presenta distintos grados de madurez. En las zonas más aclaradas (foto 6) aparecen ricas comunidades vegetales constituidas principalmente por matas de porte bajo y herbáceas de muy diferentes especies que ahora se encuentran en plena floración. Por ejemplo: Astragalus alopecuroides FL Astragalus hamosus Astragalus monspessulanus, ultimas FL Bituminaria bituminosa FL Carduncellus monspelliensium FL (foto 7) Convolvulus lineatus FL Convolvulus tricolor FL (con frutos lampiños) (foto 8) Coronilla scorpioides FL Crupina vulgaris FL Echium asperrimum FL Echium boissieri FL (fotos 1, 2 y 3) Helianthemum cinereum FL Helianthemum hirtum FL (foto 9) Linum suffruticosum FL (foto 10) Lithodora fruticosa FL Neatostema apulum FL Ononis spinosa FL Ornithogalum narbonense FL Plantago afra FL Petrorhagia nanteuilii FL Rapistrum rugosum FL Salvia argentea FL Salvia verbenaca FL Silene muscipula FL Silene vulgaris FL Teucrium gnaphalodes FL Thymus vulgaris FL Tragopogon porrifolius FL Trifolium angustifolium FL
En los enclaves más forestales (foto 11) se da un sotobosque no muy denso con presencia de distintas especies leñosas y de matas y herbáceas que aprovechan los frecuentes huecos existentes. Unos y otros se relacionan en la siguiente lista: Aphyllantes monspeliensis FL (foto 12) Bupleurum rigidum, brotes FL Carex halleriana FL Centaurea triumfetti FL Coris monspeliensis FL (foto 13) Coronilla minima subsp lotoides FL Daphne gnidium Dorycnium pentaphyllum, primeras FL Jasminium fruticans FL (foto 14) Juniperus oxycedrus Knautia subscaposa? FL Leuzea conifera Lonicera etrusca FL (foto 15) Ophrys lutea FL (foto 16) Ophrys scolopax FL (foto 17) Quercus ilex Retama sphaerocarpa Rosa micrantha FL Rubia peregrina, primeras FL Serratula pinnatifida
Nos reunimos con los antiguos compañeros del grupo de anillamiento Álula para pasar con ellos una jornada de marcaje científico de aves. Esta actividad, que ya casi habíamos olvidado, ocupó invariablemente nuestros fines de semana durante años, hace más de una década, y ahora la recordamos con nostalgia. El anillamiento es la más común de las técnicas de marcaje de aves y se lleva a cabo desde finales del siglo XIX. Su objetivo es el conocimiento de diferentes aspectos de la vida de las aves, como pueden ser su biología o sus hábitos migratorios (foto 1 -ruiseñor común).
En la jornada de hoy utilizamos anillas de aluminio numeradas consecutivamente, con distintos códigos según el tamaño, y redes japonesas con longitudes comprendidas entre 7 y 18 m (luz de malla: 16 mm). Éstas se extienden verticalmente en lugares estratégicos donde se preve el paso de aves, y como su hilo es tan fino resultan practicamente invisibles a cierta distancia. Las aves atrapadas en las redes son desenredadas en el espacio de tiempo más corto posible (fotos 2 -zarcero común- y 3) y trasladadas a una mesa de trabajo, no muy alejada, donde son anilladas, pesadas y medidas. Obsérvese en la foto 4, sobre la mesa una ristra de anillas para aves de pequeño tamaño, una regleta para medir la longitud del ala, un peso electrónico de gran sensibilidad (algunas aves sólo pesan 10 gr) y unos alicates especiales para apretar delicadamente la anilla sobre la pata del ave (foto 5 -golondrina común).
Otros aspectos que se tienen en consideración son: el estado del plumaje (si está mudando), el estado de gravidez; es decir, si se trata de hembras a punto de poner huevos, y además se toman notas acerca del contenido subcutáneo de grasa que es particularmente significativo durante los periodos migratorios, cuando las aves experimentan fuertes fluctuaciones en su peso debido al consumo de grasa durante los viajes a las áreas de cría o invernada. Estos datos se registran en fichas donde se consigna el lugar y la fecha de la actividad, con el fin de enviar posteriormente todos los datos de anillamiento obtenidos a lo largo del año a un centro administrativo (Oficina de Especies Migratorias dependiente del Ministerio de Medio Ambiente) que centraliza la información de los distintos grupos de anillamiento con una base de datos disponible para cualquier interesado. Cuando un ave con una anilla se vuelve a capturar se dice que se ha obtenido una recuperación o control. Ésta puede realizarse en el mismo lugar donde se capturó por primera vez y en un corto periodo de tiempo, o bien a miles de kilómetros de distancia, en paises lejanos (que son las más apreciadas por el anillador), o al cabo de varios años. La mencionada Oficina de Especies Migratorias se encarga de comunicar a los anilladores los controles que han efectuado otros anilladores de las aves que ellos capturaron primero. A partir de todos estos datos se va perfilando el conocimiento que se tiene de las aves, averiguándose cosas increíbles, como la fidelidad de estos animales hacia sus zonas de cría o como el caso de la curruca mosquitera (Sylvia borin) que es capaz de pasar, en su viaje migratorio a África, año tras año por el mismo lugar y en fechas que apenas distan uno o dos días (a menudo el mismo día) en años diferentes. En otras ocasiones se obtienen datos fenológicos, de distribución o de cría, como por ejemplo el gorrión molinero joven que capturamos todavía con las comisuras del pico engrosadas, lo que indica que hace pocos días se encontraba aún en el nido (foto 6).
Actualmente, para ser anillador es necesario pasar por un periodo de formación y ser avalado por uno o varios grupos de anillamiento en cuanto a un número mínimo de jornadas de trabajo. Tras este requisito previo, para recibir el permiso oficial es necesario superar un exámen, bastante duro por cierto, en el que se ponen a prueba sus conocimientos. La prueba está dirigida por la Comisión de Anilladores dependiente de la Sociedad Española de Ornitología. Cuando hemos consultado los datos de recuperaciones de aves en España y en el extranjero siempre hemos constatado la abundancia de datos que se tiene de algunas especies, pero por el contrario la frustrante escasez de información en otras que provoca lagunas en la interpretación de algunos aspectos de sus desplazamientos. Los anilladores siempre hemos tendido a capturar aves en los lugares que arrojan mayor cantidad de anillamientos: sotos, dormideros, colonias de cría, etc. Lo que ocurre con esto es que muchas aves quedan fuera del control del anillamiento porque su captura requeriría de trampeos menos productivos en cuanto a cantidad y es una pena porque así seguimos sin saber, por ejemplo, si los pechiazules de la sierra de Guadarrama son los mismos que invernan en el valle del Tajo o qué pasa con los escasos acentores alpinos de la sierra. ¡En fin...! A lo largo del día damos alguna vuelta por la zona y anotamos las aves que vamos encontrando en los distintos hábitats: pastizales de siega, setos, orilla de embalse y cantil calizo. El listado es el siguiente: Somormujo lavanco Garceta común Cigüeña común Ánade friso Ánade real Pato cuchara Milano negro Milano real Buitre leonado Ratonero común Águila calzada Focha común Cigüeñuela Críalo Vencejo común Abejaruco común Totovía Lavandera boyera Ruiseñor común Buitrón Zarcero común Curruca capirotada Mosquitero papialbo Oropéndola Urraca Gorrión molinero Verdecillo Triguero
¡Bienvenido al blog de Javier Grijalbo! Su contenido tiene que ver con la naturaleza. El autor describe las observaciones naturalistas realizadas a lo largo de sus paseos por el campo, normalmente encaminados por la Comunidad de Madrid y sus provincias contiguas. La fenología de las especies cuya aparición presenta alguna periodicidad, la distribución de animales y plantas y la interpretación del paisaje son algunos de los aspectos principales en los que aquí se repara.
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Segunda edición de "Flora de Madrid" 2019. El libro se puede pedir en: javiergrijalbo@gmail.com
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Publicación de 2016. Agotada
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Agotado. Sugerencias de todo tipo serán bien recibidas. Premio Juan Julio 2011 de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos.
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