martes, 16 de marzo de 2010

Valquejigoso. Villamanta (M). 14-3-2010 // 600 msnm.





Al oeste del río Guadarrama, sobre los terrenos detríticos que descienden desde la rampa serrana hacia el valle del Tajo, se extienden espléndidos encinares, a menudo adehesados, donde se dan cita interesantes elementos de flora y fauna (foto 1). Sin embargo, a pesar de la tentación de pasar unas horas caminando entre estas arboledas y arbustedos, decidimos echar la mañana en unas majadas recientemente abandonadas en contacto con campos de cultivo. Aquí las cogujadas comunes revolotean y cantan en actitud claramente prenupcial (si la cosa no ha llegado ya a mayores) y las abubillas se esfuman y aparecen en un campo de jaramagos en el que dichas crucíferas han alcanzado ya una talla considerable y hacia el mediodía exhalan un aroma a ratos agradable y en ocasiones empalagoso.
En estos medios abiertos (los que aparecen reflejados en primer plano en la foto 1), recientemente colonizados por retamas (Retama sphaerocarpa), cantuesos (Lavandula stoechas) y mejoranas (Thymus mastichina) merodean distintas especies de aves:
Perdiz común
Alcaraván
Mochuelo
Pito real
Totovía
Golondrina común
Bisbita común ya muy escaso
Petirrojo
Colirrojo tizón (se advierte un paso considerable de aves emparejadas, con machos increíblemente bellos)
Mirlo común
Zorzal común
Zorzal charlo
Curruca rabilarga
Mosquitero común
Herrerillo común
Carbonero común
Urraca
Estornino negro
Pinzon vulgar
Verdecillo
Jilguero
Pardillo común
Es cierto que el medio se encuentra muy fragmentado y esto atrae a muchas aves: cultivos que se acaban solapando con pastizales abandonados, matorrales más o menos densos que se confunden con manchas de encinar y vaguadas con sargas negras (Salix atrocinerea) y bardagueras blancas (Salix salviifolia) en cuyas riberas, al amparo de un ambiente algo más fresco y húmedo que el circundante, no es raro reconocer algún quejigo (Quercus faginea).
En la zona son particularmente frecuentes los verdecillos; se mueven en grupos de decenas de individuos muy cantarines y se les ve aquerenciados a la sombra de ciertas encinas, donde se conoce que encuentran protección y alimento. De vez en cuando se oye el reclamo de algún ratonero y reducidos grupos de torcaces vuelan de un lado a otro en distintos momentos de la jornada.
Hay ya algunas plantas herbáceas que florecen en la zona y la gran mayoría lo hacen precisamente en los removidos campos de cultivo:
Esparcilla (Spergula arvensis) (foto 2)
Maravilla silvestre (Calendula arvensis)
Hierba cana (Senecio vulgaris)
Zurrón de pastor (Capsella bursa-pastoris)
Jaramago (Diplotaxis catholica)?
Alfileres (Erodium cicutarium) (foto 3)
Lamio (Lamium amplexicaule) (foto 4)
Mibora (Mibora minima) (foto 5)

 
De todas ellas hay un par de ellas que a pesar de su pequeño porte son generadoras de paisaje, dando color a considerables extensiones de terreno (foto 6). Una de ellas es el jaramago que tiñe de amarillo muchas parcelas de la zona y otra es la diminuta mibora que a pesar de no alzar ni siquiera los 10 cm, adquiere tal densidad que acaba dando un tinte rojizo que es muy característico en las zonas arenosas del pie de la sierra. En la foto 6 se pueden ver en primer plano los jaramagos y detrás las tonalidades pardo rojizas generadas por la mibora. Comentar de la mibora que, como buena gramínea que es, emite una considerable cantidad de polen que da la mañana al autor de estas lineas.


Bajo las encinas florecen las ortigas menores (Urtica urens) y parece que están a punto de hacerlo las pamplinas (Stellaria media) que en la ciudad de Madrid ya muestran flores. Ambas, junto con otras de las que ahora sólo se reconoce al ahogagatos (Anthriscus caucalis), forman una comunidad vegetal de apetencias nitrófilas y esciófilas (amantes de la sombra) que aprovecha los excrementos de la fauna que descansa en verano a la sombra de las encinas y los desechos que éstas generan.
Pues bien, a pesar de esta relativa abundancia de flores los insectos apenas hacen acto de presencia: alguna mariposa Pontia daplidice, algún díptero (Bombylius, Eupeodes corollae, Eristalis tenax, tachínidos), alguna mariquita copulando y, curiosamente, ninguna abeja común.
Una de las plantas leñosas más interesantes, por su distribución, que se encuentran por la zona es la aulaga hirsuta (Genista hirsuta); una leguminosa muy espinosa y de porte arbustivo que ocupa cerradamente los claros de algunos encinares junto a la jara pringosa (Cistus ladanifer). En estos momentos la aulaga empieza a echar sus hojas y adquiere un verde esmeralda que desde finales de abril se mezclará con el amarillo intenso de sus inflorescencias.



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