lunes, 22 de marzo de 2010

Vertientes del arroyo de la Veguilla. Valdelaguna (M). 21-3-2010 // 650-720 msnm



 A menudo se piensa que los espacios de interés natural se limitan a la red de zonas protegidas y catalogadas oficialmente. Sin embargo, la naturaleza no conoce de límites territoriales y allí donde se la respeta no tarda en desplegar todo su potencial. La visita naturalista que realizamos el día de hoy tiene lugar en uno de estos enclaves. En principio, para visitante, el lugar carece de una relevancia mayor que la que pudiera tener cualquiera de los montes que se extienden por el centro de la península, pero a medida que se va reconociendo el terreno se advierte la presencia de elementos botánicos poco frecuentes. Entre ellos destacan:
Romerina (Cistus clusii). Una mata termófila excelentemente representada en la zona que recuerda al romero por su aspecto (mapa 1).
Labiérnago (Phillyrea angustifolia). Otra termófila de presencia excepcional, o casi, en estos lugares del sureste madrileño (mapa 2).
Endrino (Prunus spinosa). Arbusto por todos conocido, muy abundante en la sierra, pero bien poco frecuente por aquí.
Sarga negra (Salix atrocinerea). Sauce, ahora en flor, cuya única presencia, en el sureste de Madrid, a nuestro entender, se localiza aquí.
Aligustre (Ligustrum vulgare)
Madreselva (Lonicera implexa)


El entorno en el que viven estas singularidades es una vertiente de sustrato calcáreo orientada hacia el noreste, que se emplaza a escasos kilómetros, al sur del pueblo; un medio muy fragmentado con manchas de matorral y arbolado en alternancia con viñedos, olivares y otros espacios de cultivo recientemente abandonados (foto 1). El desnivel entre el fondo del valle y la coronación del páramo calizo es de unos 70 metros y a medida que se va ascendiendo se aprecia cómo se van haciendo cada vez más frecuentes los quejigos (Quercus faginea) hasta formar un hermoso y denso matorral con ejemplares de escasa edad en compañia de coscojas (Quercus coccifera), encinas (Quercus ilex) y aladiernos (Rhamnus alaternus), el último de los cuales emite sus primeras flores ya. En las zonas donde aún no ha progresado esta formación mixta se pueden encontrar las citadas romerinas, esparto (Stipa tenacissima) y otras matas como abrótano hembra (Santolina chamaecyparissus), tomillo salsero (Thymus zygis), mijediega (Dorycnium pentaphyllum), salvia (Salvia lavandulifolia), heliántemo ceniciento (Helianthemum cinereum), hierba pincel (Staehelina dubia) y retama (Retama sphaerocarpa) que se hacen particularmente frecuentes en aquellos lugares, antaño cultivados por ejemplo con vid, y que han sido recientemente abandonados (foto 2). Se asienta esta flora en un lecho rocoso calizo que es frecuentemente utilizado como material de construcción, la piedra de Colmenar (foto 3).


En niveles más bajos, donde el sustrato está constituido por arcillas, margas y conglomerados calizos (foto 4) los arbustedos tienen todavía una composición más variada, aportando el siguiente inventario:
Asparagus acutifolius 
Atractylis humilis
Bupleurum fruticescens
Cephalaria leucantha 
Cistus clusii, escaso
Coris monspeliensis
Crataegus monogyna
Daphne gnidium
Dorycnium pentaphyllum
Euphorbia nicaeensis
Fumana ericifolia
Genista scorpius con brotes de hojas y de flores
Globularia vulgaris
Helianthemum asperum?
Helianthemum cinereum
Jasminium fruticans
Lavandula latifolia
Linum suffruticosum con brotes de hojas
Lithodora fruticosa con flores (foto 5)


Phlomis lychnitis
Retama sphaerocarpa
Ruta montana
Salvia lavandulifolia
Sanguisorba verrucosa?
Santolina chamaecyparissus
Stipa tenacissima
Staehelina dubia
Teucrium capitatum
Thymus zygis con hojas nuevas
Thymus vulgaris con hojas nuevas
Algunos setos se generan a partir de espacios marginales en los que generaciones de labradores han amontonado los bloques rocosos que han ido apartando de sus campos. Aquí, ocasionalmente crecen árboles de buen porte (encinas, coscojas, almendros) que recrean condiciones forestales muy favorables como reservorios de flora. En estos lugares más o menos umbríos viven:
Bupleurum rigidum
Cratagus monogyna
Bryonia cretica brotado recientemente
Jasminium fruticans 
Lonicera etrusca, encontramos un ejemplar de más de tres metros
Opopanax chironium, empieza a brotar ahora 
Prunus dulcis, ahora lleno de flores
Rhamnus lycioides
Rosa micrantha
Rubia peregrina
Teucrium chamaedrys
Los caminos y sus cunetas cuentan también con su propia flora. Por ejemplo:
Marrubium vulgare 
Phlomis herba-venti
Plantago sempervirens
Salvia verbenaca
Santolina chamaecyparissus
Sedum sediforme 
Teucrium gnaphalodes, con hojas nuevas
Y en los baldíos que se dan al pie de la ladera florecen:
Erophila verna (foto 6)
Lamium amplexicaule
Muscari neglectum (foto 7)
Taraxacum obovatum (foto 8)
Thlaspi perfoliatum (foto 9)


Se puede decir que la comarca de La Alcarria tiene en estos parajes próximos a Chinchón uno de sus límites, concretamente el suroccidental. Desde aquí, esta sucesión de altos páramos calizos disectados por profundos valles se extiende hacia el este y el norte perdiéndose en la provincia de Guadalajara, que es donde encuentra su mejor expresión. Mientras los fondos de estos valles suelen contar con formaciones forestales ribereñas, los rasos que coronan esta comarca se caracterizan por la ausencia total de éstas. Por eso las cabeceras de los arroyos que inciden en estos páramos, cuando están bien conservadas, suponen espacios que aumentan la biodiversidad florística y faunística considerablemente. Tal es el caso del curso alto del arroyo de la Veguilla que acoge un interesante plantel de especies preferentemente ribereñas. Entre las de buen porte encontramos:
Arundo donax
Ephedra nebrodensis, con yemas florales engrosadas
Ficus carica 
Ligustrum vulgare
Lonicera hispanica, con hojas nuevas
Phillyrea angustifolia, con brotes florales
Phragmites australis
Populus alba
Salix atrocinerea, completamente cubierta de amentos amarillos
Scirpus holoschoenus 
Desde el punto de vista de la avifauna, la jornada se puede decir que ha resultado más bien sosa, dado que nos encontramos en esos días de transición entre la partida de los invernantes mediterráneos y la llegada de los migrantes transaharianos. En general se ven pocas aves, las más frecuentes son el zorzal común, típico de los olivares, la urraca, la curruca cabecinegra, el verdecillo y la cogujada montesina que canta desde el cielo rematando con vistosos descensos en picado. También está de parada nupcial una pareja de ratoneros a la que a lo largo de la mañana se une ocasionalmente un tercer ejemplar. A pesar de todo, como estamos varias horas por la zona y visitamos diversos ambientes, encontramos un buen listado de especies, con contactos en general escasos:
Cernícalo vulgar
Halcón peregrino R
Perdiz roja
Alcaraván R
Paloma torcaz R
Mochuelo R
Abubilla R
Totovía C
Golondrina común
Golondrina dáurica R
Bisbita común
Petirrojo R C
Mirlo común C 
Curruca capirotada R
Reyezuelo listado R
Herrerillo común C
Carbonero común C
Grajilla
Estornino negro
Pinzón vulgar C
Jilguero
Pardillo 
Triguero
C: cantos; R: reclamos
Los almendros están cuajados de flores (foto 10) y algunas sargas negras también. Como sabemos lo entretenido que es buscar insectos en estos ambientes florales, dedicamos un rato a dicha actividad, pero sin éxito. Están practicamente desiertos. Tan solo algún himenóptero desconocido y un sírfido (Episyrphus balteatus) han salido esta mañana nublada, pero no particularmente fresca. Una hermosa escolopendra de unos 10 cm de longitud se esconde apresuradamente cuando levantamos una piedra por un tropezón.







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