viernes, 2 de julio de 2010

Afloramiento de mármoles del arroyo Artiñuelo (Rascafría). 25-6-2010 // 1800 msnm

La presencia de afloramientos calcáreos en la sierra de Guadarrama es bien conocida. Se trata de un rosario de enclaves calizos de origen marino y edad mesozoica que en la vertiente sur adquieren relevancia sobre todo en Guadalajara y en el noreste madrileño, haciéndose cada vez menos frecuentes hacia el suroeste, donde finalizan en el término de Valdemorillo. Dado que el roquedo habitual de la sierra es de naturaleza principalmente silícea, cuando aparecen estos afloramientos se diversifica la flora, al aparecer especies de apetencias calcícolas que de otra forma no podrían llegar hasta allí.
Cuando la roca caliza, por diferentes motivos, se metamorfiza (y no nos estamos refiriendo a las calizas mesozoicas del apartado anterior), el mineral de calcita que la compone recristaliza, dando lugar a una roca dura y compacta denominada mármol cuyo granulado recuerda el aspecto del azúcar. 


Ejemplos de este proceso los encontramos en la geografía madrileña, en contados puntos de la sierra como Robledo de Chavela, Santa María de la Alameda, Villa del Prado y Rascafría (arroyo Artiñuelo), donde aparecen pequeños yacimientos de calizas cristalinas y mármoles intercalados principalmente entre neises. Son el resultado de los procesos metamórficos que se produjeron a consecuencia de la orogenia Hercínica (final del Paleozoico) y que afectaron a sedimentos carbonatados cámbricos y precámbricos de origen marino (originados probablemente hace más de 500 millones de años). Éstos, tras su transformación dieron lugar a los citados mármoles.


Pues bien, si la presencia de enclaves calizos entre los granitos y neises de la sierra otorga personalidad a la flora local, como se dijo más arriba, la aparición de afloramientos calcáreos en altura redobla su interés, ya que a los condicionantes edáficos que este sustrato transmite al suelo se añade el factor altitudinal que asemeja las condiciones climáticas de este lugar con las de territorios más septentrionales.
Los objetivos principales que perseguimos al subir hasta la cabecera del arroyo Artiñuelo son dos. Por un lado, tomar fotografías de este afloramiento marmóreo y por otro fotografiar también una mata espinosa que al parecer se da sólo en esta parte del Sistema Central: el tragacanto (Astragalus sempervirens).


La floración del tragacanto se prolonga aquí solo durante unas pocas semanas, en los meses de junio y julio, y no es la primera vez que tratamos de obtener fotos de sus flores.
Estos astrágalos espinosos componen un grupo de especies que en ocasiones es complicado diferenciarlas; así, esta planta se ha denominado Astragalus sempervirens subsp. muticus, que según Flora Ibérica debería denominarse Astragalus nevadensis subsp. muticus, y en la ultima referencia que hemos obtenido se le llama A. sempervirens subsp sempervirens, si bien esta subespecie no la encontramos en la citada obra (!).
El caso es que a esta singular especie parecen gustarle estos mármoles en altura porque la encontramos claramente vinculada a ellos y desarrollándose vigorosamente a su favor. Esta apetencia por los mármoles no sólo la encontramos en el tragacanto sino también en una serie de plantas que no estamos acostumbrados a ver en la sierra, como por ejemplo:
Arenaria grandiflora FL (foto 1)
Coronilla minima subsp. minima FL (foto 2)
Galeopsis ladanum FL
Potentilla cinerea FL (foto 3)
Serratula nudicaulis FL (foto 4)


Además, muy cerca de estas plantas encontramos también otra especie poco frecuente por aquí, la grasilla (Pinguicula grandiflora) (foto 5), una planta carnívora que vive en las turberas y arroyos de la zona.


La vegetación que vive en estas laderas está dominada por el bello y pegajoso cambroño (Adenocarpus hispanicus) (foto 6) que ahora tiene bastantes flores. Además hay bastante enebro común (Juniperus communis subsp. hemisphaerica) que se reconoce fácilmente del rastrero (J.c. subsp. alpina), también presente, por su porte arbustivo. Otras especies leñosas de este lugar son:
Brezo blanco (Erica arborea) FL
Pino albar (Pinus sylvestris)
Rosal silvestre (Rosa canina forma squarrosa) FL
Zarza (género Rubus)
Tejo (Taxus baccata)


Entre las herbáceas comunes por los alrededores citamos unas cuantas que se suelen ver más o menos habitualmente por la sierra:
Acinos alpinus FL
Arnoseris minima FL
Asplenium ceterach
Asplenium ruta-muraria
Asplenium trichomanes
Cynoglossum officinale FL
Cystopteris fragilis
Nardus stricta FL
Petrorhagia nanteuilii FL
Scleranthus annuus FL
Desde que salimos de Rascafría, como no es muy tarde, ascendemos anotando las aves que hay por el camino porque se detecta bastante actividad. Al principio, aproximadamente entre los 1200-1500 m de altitud atravesamos un denso melojar  de Quercus pyrenaica con abundante sotobosque (a las aves que detectamos en esta franja las marcamos con una A). Y por encima de los 1500 m dominan los pinares de Pinus sylvestris, los roquedos y diversos tipos de matorral de montaña (a estos les significamos con una B). En total, el registro que obtenemos es el siguiente:
Halcón abejero A (perdón por no usar los nombres comunes actuales)
Buitre leonado A
Ratonero B
Águila calzada A
Perdiz común B (a 1800 m)
Cuco AB
Abubilla A
Pito real A
Pico picapinos AB
Totovía B
Bisbita arbóreo A (cantando, común)
Chochín AB
Acentor común B
Petirrojo AB
Colirrojo tizón A
Tarabilla común AB
Mirlo común AB
Zorzal común A
Zorzal charlo AB
Curruca mirlona AB
Curruca capirotada AB
Curruca mosquitera AB (Muy común)
Reyezuelo sencillo B
Mito A
Herrerillo capuchino B
Carbonero garrapinos B
Herrerillo común A
Carbonero común A
Trepador azul A
Agateador común AB
Arrendajo AB
Urraca A
Corneja negra B
Estornino negro A
Pinzón vulgar AB (el ave más frecuente)
Verdecillo AB (a 1800 m)
Pardillo común B
Piquituerto común B
Escribano soteño A
Escribano montesino AB
A medida que ascendemos y después también por la tarde se ven numerosos ciervos volantes (Lucanus cervus) (foto 7, se trata de un ejemplar encontrado muerto) revoloteando entre las copas de los melojos. También observamos una hermosa mariposa nocturna: la esfinge del roble (Marumba quercus) (foto 8) que vive entre las especies del género Quercus.




Finalmente señalar la presencia de un pequeño topillo (foto 9) en la zona de los mármoles, a unos 1700 m de altitud. Parece un Microtus de especie desconocida, quizá un M. lusitanicus a razón de su pequeño tamaño. Como se nos queda muy cerca, tenemos ocasión de fotografiarle a placer y tomarle algunas medidas aproximadas. Longitud cabeza-cuerpo: 60-70 mm. Longitud de la cola: 15-20 mm.




6 comentarios:

Halfa dijo...

Hola Javier,

Me llamo Alfredo Morilla
Acabo de conocer este blog por consejo de un amigo común: Pedro Molina.
Como amante de los espacios naturales aplaudo y agradezco esta iniciativa en la que he podido esclarecer antiguas dudas que pesaban como deudas como la identificación de Nemoptera bipennis y el origen de los mármoles del Lozoya,...

Gracias de nuevo

Alfredo

Javier dijo...

Hola Alfredo
Me alegro que este blog te resulte útil. El fin que se persigue es el de dar a conocer espacios poco conocidos y aspectos que tienen lugar en ellos (soy de la opinión que al hablar de los lugares y sus habitantes se contribuye a su conservación al hacerlos más próximos a la gente). A la vez, te confieso que lo paso bien y aprendo.
Un saludo
Javier

Anónimo dijo...

I always motivated by you, your views and way of thinking, again, appreciate for this nice post.

- Murk

Anónimo dijo...

I must digg your post therefore more folks are able to see it, very helpful, I had a tough time finding the results searching on the web, thanks.

- Thomas

Javier dijo...

Muchas gracias, chicos

Fermín dijo...

Hola Javier, retomo este viejo post porque el jueves pasado estuve en este sitio que he conocido gracias a tu libro "Vegetación y Flora de Madrid".
El valle es una preciosidad y todavía a pesar de las fechas en que estamos, estaba todavía verde,con un montón de riachuelos y zonas encharcadas y una buena cantidad de plantas y algún hongo interesante.
Una de las plantas que vi es Astragalus incanus subsp. nummularioides, planta rastrera típica de suelos calizos, aunque ya había perdido la flor y se veían algunas matas con los frutos.